martes, 13 de marzo de 2012

la campiña

NUESTRA CAMPIÑA
Esta mañana fui a pasear por el campo, ¡qué maravillosa experiencia la que surge al contacto con nuestra campiña!, siempre verde y dorada, siempre limpia, con un aire tan puro y un cielo tan azul. Tomamos la ruta hacia Cartago, la Metrópoli Antigua, La Muy Noble y Leal, ciudad conservadora y recatada, la colonial, la tímida, la noble cuna de nuestra sociedad.
Pasamos por Paraíso, un pueblo efervescente que crece como el pasto, con un gran movimiento, con muchísimo tráfico. Abierto su comercio, concurridas las calles, con rótulos y avisos, como una gran ciudad.
Pasamos por Palomo ¡Qué recuerdos tan gratos! Íbamos con los niños a comer el pescado, a almorzar junto al río o a nadar en el balneario. Tengo fotos antiguas junto al bus de excursión,¡ Mi marido y los niños gozando en la ocasión!
Pasamos jubilosas por el puente de hamaca, subimos junto al río Reventazón, que hace muy poco. arrasara las casas, la escuela de Navarro, la lechería en la finca, y otras instalaciones. El gran río que produce gran parte de la fuerza eléctrica que alimenta a nuestras ciudades, cuyo caudal es utilizado para alimentar la gran represa de Cachi.
La finca visitada pertenece a la familia Echandi, allí nos atendió con su natural gentileza y señorío, una gran mujer, nuestra prima política Nidia Echandi de Rodríguez, viuda de nuestro querido primo Manuel Emilio Rodríguez E.
Nos relató simpática cómo fuera su infancia, viviendo en esa finca en sus primeros años, cuando aprendió a ordeñar, sembrar y cuidar plantas, o salir al potrero a disparar un rifle, alejar cazadores y asustar a malvados. Ella es la cuidadora de ese noble legado que dejara su padre, y con gran valentía se ha enfrentado a ese reto, cuidando de una hacienda que ya nada produce, porque fue declarada Reserva Nacional, y no puede tocarse nada en la propiedad.
Ni puede cortar árboles, ni comerciar el agua de varios nacimientos que tiene en el contorno, ni tocar la arenisca ni las piedras del río, ni quitar precaristas que alrededor han construido sus chozas. Despedidos los peones porque no hay dinero, con muchos sacrificios logró cancelar prestaciones y derechos legales, y aun hoy se ha empeñado en ayudar a construir en los lotes que regaló su padre a todos los empleados que tuvieron por años.
La hacienda, que originalmente fuera cafetalera y de lechería, está situada en medio de la montaña, muy cercana al volcán Irazú, su entorno es maravilloso, una extensión inmensa de planicie surcada de árboles de poró florecidos, teñido de ese rojo profundo de los famosos cuchillitos que conforman sus flores, un jardín enigmático en el que se conjuntan enormes árboles, cañas de bambú, bastones del emperador gigantes, palmas altísimas cubiertas de epífitas y plantas aéreas, rocas enormes, las pailas donde otrora cultivara su padre peces finos, las jaulas de los pavo reales, y las de los faisanes dorados y plateados que exportaban a Europa, la lechería hoy arrasada por el río, las antiguas casas de los peones, la cercana montaña que sube y sube en trillos que nos llevan a un mirador fantástico desde donde se miran las lejanas llanuras, los montes y los ríos.
Y una inmensidad de árboles maderables que tampoco, por ley, se pueden tocar.
Por haberse visto obligada a cortar algunos árboles y cañas para reparar la casa de la hacienda que estaba cayéndose, para cambiar paredes y pisos, y evitar la destrucción total del inmueble, ha sido sometida a una acusación penal, por no pedir permiso al MINAE.
Incongruencias de nuestra legislación, que no recuerda que fueron estos pioneros quienes con su sacrificio, formaron a la patria y le dieron valor.