sábado, 8 de agosto de 2009

GENEALOGÍA DE LA CASA DE SALAZAR

GENEALOGÍA DE LA CASA DE SALAZAR, Por Franz Hack-Prestinary Gotay.

Este apellido, ampliamente difundido en el país por fundadores de la época colonial, va a ser tratado en este pequeño estudio en lo que se refiere a una hidalga casa de reciente fundación.

El día 19 de marzo de 1829, legalizaba en San José un Poder Judicial con Francisco Salazar Aguado, otorgado por su padre don Juan Salazar y Lacayo de Briones, avecindado a la sazón el León de Nicaragua. Venía don Francisco con la intención manifiesta de organizar el traslado de su familia a Costa Rica. Don José María Figueroa Oreamuno, en sus álbumes genealógicos, que se conservan el la Biblioteca Nacional de San José, al tratar de esta familia dice que don Juan se trasladó a este país huyendo de las constantes revoluciones de su tierra en 1824. Más cerca de lo cierto parece don Manuel
Echeve´ría en su estudio intitulado "Retrato de don Vicente Aguilar", aparecido en los úmeros 3 y 4 del año V1 de la "Revista de los Arhivos Nacionales de Costa Rica", en donde dice:

"El año de 1835, hizo el volcán Cosiguina una erupción tan fuerte, que sepultó a León y sus cercanías en cinco varas de cenizas, las que llegaron volando por el Norte hasta México, por el Este hasta Jamaica, y por el Sur hasta Colombia. Para librarse de esas expnsiones se vino a Costa Rica el señor don Juan Salazar y Lacayo de Briones, con su mujer, doña Mariana Aguado de Mendoza y Croker (sangre aria), sus doce hijos y sus cien peones.

Trajeron hasta las piedras de moler el pinolillo, y cuando testó don Juan, dispuso que, en la misma bóveda que él y su esposa, fueran enterradas la Tana y la Toña, criadas fidelísimas insuperables en el divino arte de la cocina y la preparación del tiste y del tibio, y así se hizo en el panteón del cólera, ya arrasado por la Junta de Caridad.

Doña Mariana, que era muy rica, compró la casa en donde estuvo el Almacén Steinvorth (hoy Mueblería Urgellés). Y don Juan compró la finca de Los Yoces, e hizo una casota de campo al estilo de Nicaragua, que aún hoy está como cuando la edificó y cultivó café, que beneficiaba en el patio de la casa." Acierta don Manuel en su relato adquirido por tradición familiar. La opulenta familika llegó con tanto boato a la, en aquella época, humilde ciudad de S
an José, que debe haber constituido ola novedad y comidilla del momento. Pero don Manuel posibolemente no sabía, que cuando don Juan y doña Mariana casaron, creo que en la ciudad de

Guatemala, de donde ella era, él aportó al matrimonio la suma de catorce mil dólares y ella la de quinientos cinco dólares, más uno y medio reales.. y que don Juan dotó a su mujer con seiscientos dólares lo que consta en la escritura de estilo, otorgada en aquella fecha.

Doña Mariana pertenecía a una nobilísima familia establecida en Guatemala, pero el capital era de don Juan, cuya noble familia, establecida en León, Nicaragua, descendía del ilustre
Gobernador de Costa Rica y Nicaragua, don José Antonio Lacayo de Briones, de tan destacada actuación y un ilustre linaje. Las armas de Lacayo eBriones, con el lema orgulloso de "Por Ti Reinamos en Paz", se reproducen en este estudio.

Una vez establecidos en Costa Rica, poco a poco fueron trayéndose sus cuantiosos bienes, dejando de apoderados para la liquidación de sus cuentas en Nicaragua, a don José Francisco Salazar y a don Valerio Cordero, pero el 3 de febrero de 1837, revocó el poder dado a las anteriores personas y eligió para que lo representara a don José María Aguado, vecinod ela ciiudad de León.

Las actividades de don Juan en Costa ]Rica parecen haberse reducido a la administración de su fortuna.Recién llegdos procedieron a hacer su testamento, el 18 de febrero de 1836, precaución muy necesaria en familia tan numerosa. Adquirió la finca de Los Yoces, como hemos visto, y no despreció oportunidad de agrandarla, comprando parcelas en que estaban establecidas numerosas de las familias fundadoras de San José.

De las familias venidas de Nicaragua en los albores de la Independencia, dos fueron las más notables: los Montealegre y los Salazar. Ambas estaban ligadas por algún nexo familiar. pues el 18 de julio de 1839, don Juan Salazar y don Mariano Montealegre, dan poder a don José Roblero, vecino de Chinandega, para cobrar la testamentaria de don José del Carmen Salazar, destacado personaje del paíos vecino.

Don Juan no pudo liquidar sus bienes en Nicaragua en muchos años, habiendo nombrado el 17 de febrero de 1842, a don José María Aguado para que los administrara. En 1848 le sorprendió la muerte, habiéndose hecho la partición de bienes el 22 de octubre con doña Mariana de albacea.Es innegable el fuerte impulso económico que diera a la agricultura costarricense, logrando hacer unq de ls mejores fincas de café de la época. La vetusta casona, casi la única en su estilo que se conserva, todavía puede admirarse en frente del progresista barrio de Los Yoces, que conserva el nombre de la propiedad.

Don Manuel Echeverría cita estos versos que le sacaron a la familia Salazar, que pasaba por orgullosa y conservadora, aferrada a su aristocrático abolengo:

"Pongamos en el empiezo

a Juan Salazar, travieso,

que flaco y lleno de escorias

Lo ha dejado la Liboria.

¿Por qué nos causará espanto

La nariz de don Antonio?

¡será así la del demonio?

¡Jesús, doña Teresita!

¡cuanto grano y berruguita!

Salga con Carmen y Juana

A entristecer la mañana.

¡No hay que tocar a Lupita

Porque es mujer muy bonita

Según don Manuel Carazo

que no es ningún flojonazo!

Inflamado tiene el bazo

La Dolores Salazar

De Francisco no hay que hablar

Ni del niñito Jesús

No le apriete un patatús

A mi señora Mariana".



Decía el mismo señor Echeverría (tío de mamá), que los Croquer de que desciende doña Mariana, eran de "sangre aria".

Veamos la ilustre ascendencia de esa dama, para que se

sepa de donde procede su linaje: Nació doña Mariana Aguado de Mendoza y Croquer, en la ciudad de Guatemala de la Asunción, siendo hija de don Antonio Aguado de Mendoza y del Vadillo, natural de Placencia, en los reinos de España, casado en esta ciudad el 14 de octubre de 1783, con la noble dama doña María Teresa Croquer de los cameros y Muñoz. Los padres de don Antonio peertenecían a un conocido y destacado linaje de la Madre Patria, y fueron don José Aguado y de Mendoza y doña Juana Violante del Vadillo. Doña María Teresa Croquer nació en la ciudad de Guatemala en 1766, siendo hija de don Estanislao Antonio Croquer de los Cameros e Imbot., nació en Puerto Real de Cádiz, España en 1722, casado en Guatemala el 19 de marzo de 1750 con doña María Ana Muñoz y Barba de Figueroa. Era nieta doña María Teresa de don Francisco Felipe Croquer de los Cameros y Pérez Marcotegui, bautizado en San Lúcar de Barrameda el 15 de noviembre de 1687 y casado en dicho lugar el 29 de mayo de 1708, con doña IgnaciaFrancisca Beatriz de Imboth y Andrada, Pérez y Murga.

Sus abuelos maternos fueron don Manuel Muñoz y Martínez de la Carra, nacido en Calahorra, España, en 1693 y casado en Guatemala en 1725 con doña María Micaela Barba de Figueroa Hija del capitán don Jacobo Barba de Figueroa y Gonzáles Rodil, Caballero de la Orden de Santiago, natural de Rivadeo, y de doña Maía Manuela Alvarez de las Asturias Nava y Bravo de la Serna, sobrina del Conde de Nava y descendiente en línea directa del don Fruela ll, Rey de Asturias.

Sigiendo la rama de los Croquer, tenemos que los bisabuelos de doña María Teresa fueron don

Juan Ignacio Croquer de los Cameros, casado en San Lúcar de Barrameda el 7 de junio de 1672 con doña Luisa Josefa Pérez Marcotgui, Nuñez del Castillo y de la Guía. Y sus tatarabuelas don Ricardo Cfroquer, natural de Jamestown, Inglaterra, hijo de don Tomás Croker y de doña Isabel Croker, y casado en San Lúcar el 15 de agosto de 1649 con doña Rafaela María de los cameros y Rodelas. El blasón de los Cróquer es en plata un chevron de gules, acompañado de tres franjas negras. Así consta en las informaciiones nobiliarias para igreso en la orden de Carlos lll de don Francisco Carlos Gorriola y Croquer, aprobadas el 27 de noviembre de 1791. Esta caballero, nacido en la Isla de León en 1732, era hijo de don Anatacio Gorriola y Sarvide y de doña Catalina Croquer de los Cameros e Imboth, hermana de don Estanislao, que pasó a Guatemala.

Queda así ampliemanete explicada la ascendencia de los Salazar por la esposa del fundador doña Mariana Aguado de Mendoza y Croquer de los Cameros.
Los hijos que vivnieron a Costa Rica con don Juan Salazar y Lacayo de Briones y doña Mariana Aguado de Mendoza, fueron los siguientes:

doña Josefa Salazar Aguado, murió soltera

Doña Mariana Salazar Aguado, soltera.

Doña Teresa Salazar Aguado, soltera.

Doña Cipriana Salazar Aguado, nació en León Nicaragua en 1814, tuvo un hijo natural con don Manuel José Carazo Bonilla, siendo éste soltero. Doña Cirpiana, fue ingresada al Convento de Religiosas en la Ciudad de Stockton, Condado de San Joaquín, Estado de California, Usa. en 1838

Murió en 1844, seis años después. Su hijo se llamó José Salazar, y fue militar ( el cabo Salazar), casó con doña Vicenta Rojas Troyo, tuvieron un hijo: Jesús Salazar Rojas, que casó con doña María Teresa Quesada López-Calleja. Descendencia.

Joséw Francisco Salazar Quesada, arquitecto, doña María teresa Salazar Quezada, religiosa conocida como Sor María Salazar, y Roberto M. ingeniero.

Roberto Salazar Quesada casó con Angela Castro Echeverría, hija María Teresa Salazar Castro, conocida como Copy.

Doña Dolores Salazar Aguado. casó en San José el 27 de enero de 1839, con don Vicente Aguilar cibero, insigne personaje del siglo pasado, agricultor y comerciante, Vicepresidente y Ministro de la República, hijode Alejo Aguilar y Joaquina Cubero.

Juana Salazar Aguado, soltera.

Doña Carmen Salazar Aguado contrajo matrimonio con don Pio J. Fernández de Val y Tenorio, hijo del coronel don Félix José Fernández de Val y Tenorio de Acosta Arévalo y Castro, y de doña Evarista Hidalgo y oreamuno de Bonilla, y Muñoz de la Trinidad.

Doña Lupita Salazar Aguado, casada con don Santiago Fernández de Val Hidlago, hermano del anterior, poderoso agricultor y destacado ciudadano, que legó a la posteridad el mercado cafetalero europero, por haber sido él quien contrató al Capitán de Lacheur los primeros embarques del preciado grano a Inglaterra.

Don Juan Salazar Aguado, de quien no hay noticias.

Don Antonio Salazar Aguado contrajo matrimonio con dola Ignacia Gallegos y Sáenz, hija de quien fuera seegundo vice presidente de Costa Rica don José Rafael Gallegos y Alvarado, y de doña Ignacia Ulloa Saénz.

Don Francisco Salazar Aguado, casado con doña María Rosa de Jesús Mora Porras, hermana de don Juan Rafael Mora, presidente de Costa Rica, e hija de don Camilo Mora y Alvarado y de doña Benita Porras y Ulloa. No parece que haya habido descendencia, se cuenta que don Francisco se embarcó en la goleta "Manderville" y desapareció sin dejar rastro.

Don Jesús Salazar Aguado, casó con doña Adela Guardia Bonilla, hija de don Francisco de la guardia y Robles, y de doña Bárbara de Bonilla y Nava. De este matrimonio fueron hijos:
Doña Mercedes Salazar Guardia, casada con don Santiago Millet y Alvarado, sin sucesión.
Don Ricardo Salazar Guardia, coronel, casado con doña Julia Loría Iglesias, hija del lcdo. don Ramón Loría y Vega y de doña Esmeralda Iglesias y Ugalde. Tuvieron esta descendencia:
Don Ernesto Salazar Loría, casado con doña María Rosa Angulo y progenitor de doña Julia Salazar Angulo, casada con don Jaime Esquivel Sáenz, hijos Jaime y Roxana Esquivel Salazar.
Doña Adina Salazar Loría.
Doña Carmen Salazar Loría, casada con don Carlos Brealey y Fernández de Val, hijo de don Ricardo Brealey Payten, natural de Inglaterra, y de doña Celina Fernández de Val y Salazar,( esta hija de don Pío J. Fernández del Val e Hidalgo y de doña Carmen Salazar Aguado en segundas nupcias.)
Don enrique Salazar Loría, casado con doña Isabel Herrán Esquivel.
Doña Graciela Salazar Loría.
Doña Claudia Salazar Loría, casada con don Fernando Gonzalez Herrán, hijo del benemérito presidente de Costa Rica don Cleto González Víquez, y de doña Adela Herrán Bonilla.
Don Francisco Salazar Guardia, que nació en San José el 6 de agosto de 1859 y falleció en la misma ciudad el 26 de diciembre de 1942, contrajo matrimonio el 14 de enero de 1885 con doña Ema Pinto aguilar, hija de don Francisco Pinto Castro y de doña Agustina Aguilar.Sus hijos:
doña amalia Salazar Pinto, casada con don Alberto Villaseñor Matamoros, hijo de don Albertgo Villaseñor Quirós y de doña Silvia Matamoros Sandoval.

Doña Dolores Salazar Pinto.
Don Valerio Salazar Pinto.
Doña Emilia Salazar Pinto.
Doña Adelia Salazar Pinto, casada con don Ignacio Salom, hijos Ignacio Salom casó con Echeverría Pacheco.
Don Arturo Salazar Guadia contrajo matrimonio con doña Antonia Espinosa. hijo:
Don Jorge Salazar Espinoza.
Doña Mariana Salazar Guardia casó con don vidal Quirós Escalante, ilustre ciudadano que ocupó destacados cargos en la administración pública, descendencia:
Doña Enriqueta Salazar Guardia casada con el Dr. don rafael Meza y Noguera, progenitores de esta dilatada y conocida familia.
Doña Adela Salazar Guardia, casada con otro destacado ciudadano, que fue presidente de Costa Rica, don Ascensión Esquivel Ibarra, nacido en Rivas de Nicaragua el 10 de agosto de 1874, hijo de José María Esquivel y de doña Antonia Ibarra.
Doña Cristina Salazar Guardia, que contrajo matrimonio con el mismo don Ascención Esquivel que enviudó de su hermana anterior, él en terceras nupcias.
Doña María Salazar Guardia.
Doña Amelia Salazar Guardia.
Doña Emilia Salazar Guardia que casó con don alberto Mora Aguilar, hijo del preclaro presidente de la república don Juan rafael Mora Porras y de doña Inés Aguilar Cueto.

Hasta aquí los datos reunidos de esta distinguida estirpe costarricense, susceptibles de ser ampliados en cualquier oportunidad. Esta genealogía ha sido ampliada con datos suminstrados por el Excmo. señor Don José de la Rújula y Ochotorena, Marqués de Ciadoncha y por don Edgar Juan Aparicio y aparicio, Presidente de la Academia de Guatemala de Estudios Heráldicos, Genealógicos e Históricos, ambos miembros honorarios de nuestra Academia Costarricense de Ciencias Genealógicas.

Genealogía Quesada López-Calleja


CAPÍTULO CXXX(130) GENEALOGÍA DEL APELLIDO LÓPEZ CALLEJA


LÍNEA 1-7-4-1-2-DE LA RAMA PRIMERA

Don Juan López Calleja Méndez de San Pedro nació el 8 de agosto de 1801, en España, Asturias, Consejo de PRAVIA, MURIÓ EN COSTA RICA EL 5 DE MARZO DE 1877.


Quesada-López Calleja
DESDE 1841 A HOY, 2009


lX- DON FRANCISCO QUESADA ESQUIVEL

NACIÓ EL 29 DE ENERO DE 1841, MURIÓ EN SAN José el 5 de setiembre de 1915, a los setenta y cuatro años de edad.


Su esposa doña Julia López Calleja y Pereira, natural de Nuevitas, Cuba, nació en Cuba en el año 1853, llegando a Costa Rica en el año 1868, y casó con don Francisco Quesada Esqivel ese mismo año.
Hija de Don Juan López Calleja y doña María Pereira
PADRINOS DE BAUTIZO testigos don Antonio López Calleja y doña María Esquivel.
Hijos:


DOÑA MARÍA TERESA QUESADA LÓPEZ-CALLEJA,


casó con don JESÚS SALAZAR ROJAS, hijo de don José Salazar y doña Vicenta Rojas Troyo, hijos:


JOSÉ FRANCISCO SALAZAR QUEZADA, arquitecto de gran prestigio, presidente honorario de la Asociación costarricense de Arquitectos, Catedrático de la Universidad de C.R., Decano de la Escuela de Bellas Artes, Diseñó el Templo de la Música del Parque Morazán en la ciudad de San José. Nació en S.J. 4 de abril de 1892, murió 1-8-1968.

Casó con doña Blanca Antillón Madrigal, en S.J. el ll-l-1915.

Hija Violeta, casó con Nicolás Scalera ,

hijas Blanca Margarita, casó con Larry Romano, hija Silvia Romano Scalera.

Norma Violeta Scalera casó con Belmonte, hijo Nicolás Belmonte Scalera.


Religiosa SOR MARÍA SALAZAR QUESADA , Madre Superiore de la Orden de María Auxiliadora, en el colegio de María Auxiliadora en San Pedro de Zula, Honduras.


ING. ROBERTO M. SALAZAR QUESADA, casó con (Angelita)

María de los Ángeles Castro Echeverría. Hija de don Genaro Castro Méndez, y doña María Aurelia Echeverría Aguilar.


Hija única MARÍA TERESA AURELIA SALAZAR CASTRO, conocida como Copi.


María Teresa casó con Fernando Víquez Valverde, hijo de don Manuel Antonio Víquez Segreda y de doña Luisa Valverde Arguedas.


Hijos: Roxana María Auxiliadora Víquez Salazar, casó con Oscar Ortiz Sequeira. Divorciados.


Hijos María Fernanda Ortiz Víquez, casó con Kevin Moore


Hijos: Isabel Moore Ortiz, y Kevin Moore Ortiz.


José Francisco Ortiz Víquez, soltero, ingeniero, empresario.


Roxanita Ortiz Víquez, soltera, Máster en Diseño.


Roberto Antonio Francisco Víquez Salazar. Soltero. Creativo Publicitario, compositor y guitarrista flamenco.


Fernando José de la Caidad del Cobre Víquez Salazar, Máster en Banca, Gerente bancario, casó con Laura Patricia Pacheco Arce, hija de Franco Pacheco Musmani y de María Virginia Arce Hernández, hijos:


María Laura, Administradora de Negocios e ingeniera industrial, Agente de Bolsa,

casó con el Arq. Luis Diego Vargas Casafont


Fernando José, soltero, estudiante.


Eugenia María, soltera, estudiante.


Luis Guillermo Víquez Salazar, Licenciado en Turismo. casó con Lidia Mora Acuña, hija de don Fernando Mora y de doña Acuña.

hijos: José Guillermo, María Lidia y Luis Fernando. Estudiantes.

Divorciado.


Irene María Auxiliadora Víquez Salazar, casó con Lcdo. Arturo Blanco Páez, hijo del Dr, don Arturo Blanco Solis y de doña Vilma Patricia Páez, hijos:


Gloriana Blanco Víquez, Mónica Blanco Víquez. Ambas estudiantes.


Isabel Cristina de los Ángeles Víquez Salazar, Lcda. En Turismo,
casó con Máster Camilo Arenas Maioco, Máster en Turismo.

Hijo de don Patricio Arenas y de doña Marcia Maioco


Hijas: Marcia Isabel, Irene Andrea y Elena Lucía Arenas Víquez. Estudiantes,párvulas.

Doña Ángela Quesada López-Calleja, casó con don Antonio Castro Cervantes.

Hijos Guido Castro Quesada y Antonio Willis Quesada.


Guido Castro Quesada, casó con Lillian Guier, hijos Rodrigo, Luis, Guido y Ana Isabel.


Rodrigo casó con Virginia Volio,
Luis casó con Virginia Pacheco Faerron,

segundas nupcias con
Guido casó con Ileana Lines Sancho, hijos


Ana Isabel casó con Rodrigo Fernández, hijos: Anabelle, Guido y Rodrigo

Ana Isabel casó en segundas nupcias con Bo de Mier, hijos Sebastián y Lillian.


Antonio Willis Quesada, casó con Beatriz Torrente, hijo Guido Antonio,
Casó con Gloria

hijos Gloria Beatriz, Mónica, Paola y Guido,


Doña Caridad Quesada López-Calleja, casó con don Cecilio Lindo Morales,

hijas Grace, balletista, soltera,

(Chichí) Zaira Lindo Quesada, casó con Mr. Alex Murray,



Hijos: Cecil Murray Lindo casó con Janice McKenzie, hijas:

Ann Murray McKensie, casó con Guillermo Gutiérrez, hijos:

María José, Mónica, y Alberto (adoptado)



Zaira Murray Lindo casó con Fred Aspinall Larkey, hijos

Peter Aspinall Murray, casó con Lizbeth Nuñez, hijos Alanna. Brianna y Clyde.

William Aspinall Murray casado con Nora, hijas Lillian y Susan.

Johnny Aspinall Murray, casó con:Lisa Henry, hijos Phillip, Brian(adoptado) e Ian (adoptado)



Maryann Aspinall Murray, soltera


Robert Aspinall Murray, casado con Lorena hijos Julián y Valeria.


Doña Marina Quesada López-Calleja, casó con don Antonio Willis y crió al hijo de su hermana, Antonio Willis Quesada, quien casó con Beatriz Torrente, hijo Arq. Guido Antonio Willis Torrente. Casó con Gloria, hijas Gloria Beatriz, Lorena, Paola, segundas nupcias Gislaine Cointue (brasileña)


Doña Belén Quesada López-Calleja, soltera.


Doña Isabel Quesada López-Calleja, casó con don Aben de Almar.
Hijos: Abén, casó con Thelma Rodríguez, hijos: Aben y

Aurora de Almar Alssatti,


Don Cecilio Quesada López-Calleja, soltero.


Don Juan Bautista Quesada López-Calleja, casó con doña Rosa Quirós Aguilar.

hijos: Jaime, Juan, Rodrigo


Doña Claudia Quesada López-Calleja casó con don Modesto Martínez, ´periodista.
Hijos (la chita) Julia Florida Martínez Quesada, y (el chito)., Modesto Martínez Quesada.


Julia Florida casó con Ramón Rodríguez, hijas Claudia, Rosario, y Cheche(María del Pilar)

Claudia casó con Rodríguez, hijos

Rosario murió soltera

Cheche casó con Reyes Castro, hija



Doña Julia Quesada López Calleja- soltera.

Doña María Teresa Quesada López Calleja
Casó con don Jesús Salazar Rojas, Hijo de don José Salazar Salazar, y doña Vicenta Rojas Troyo.
José Salazar fue hijo del coronel Juan Salazar,

hijo natural no reconocido de don Manuel José Carazo Bonilla y de doña Cipriana Salazar Aguado.*


GENEALOGÍA CASTRO, Y QUESADA LÓPEZ CALLEJA

GENEALOGÍA DEL APELLIDO CASTRO MÉNDEZ desde 1560 a hoy 2009

Don Genaro Castro Méndez /Abuelo de Yaya.

Luis Méndez de Sotomayor y Cerrato 1560-1650

Juana de Vera y Herrera 1566

Juana de Vera Sotomayor García Ramiro-Corajo y Zúñiga

,

se divide en dos ramas: Corajo y Vera –Astúa y Chaves

Juana Ramiro Corajo y Vera Sotomayor Francisca Zúñiga y Sotomayor 1666

Gil Alvarado y Benavides Francisco de Chaves y Alfaro 1606-1650

José Alvarado y Vera María de Chaves y Zúñiga 1642-1724

Petronila Retes Peláez Vázquez de Coronado Juan de Astúa y Chaves 1634- 1671 María Bonilla

Antonio Alvarado Retes y Vázquez de Coronado Juan de Astúa Bonilla 1700-1755

Juana Aguirre Lizondo y Rodríguez Moreno Antonia Josefa de Soto

Miguel Alvarado Aguirre María Magdalena Valverde Echavarría

Nicolás Astúa Bonilla 1700.1755 Antonia Josefa de Soto

Benita Alvarado Valverde Felipe Benito Fernández-Valverde Umaña

María Cayetana Astúa y Soto Miguel Rodríguez del Castillo

Ramona Rodríguez Astúa Anselmo Aguilar Moreno

Luis Aguilar Rodríguez Narcisa Fernández Alvarado

Albertina Silvestra Aguilar Fernández Pedro Montero Sáenz

Ana Nicolasa Montero Aguilar 1845-1904 José R. Laureano Echandi Morales

José Dolores Echandi Montero 1936 Eduviges Álvarez Cordero

Esther Álvarez Cordero-1952 José Matías Salazar Chaves-1931

Brígida Salazar Álvarez Alberto Jorge Domingo Sell Merino

aquí la tercer rama que viene de Nicolás Astúa

Petronila Cayetana Astúa y Soto 1747 José Mateo de Castro y Umaña

José Anastasio de Castro Astúa Francisca Blanco Durán

Félix María de Jesús Castro y Blanco 1809- Juana Antonia Bustamante Zúñiga 1821

Leonor Castro Bustamante 1914 Ignacio Merino Padilla 1926

Raymunda Leonor Merino Castro Arturo Sell Steffen

Alberto Jorge Domingo Sell Merino Brígida Salazar Álvarez

José Anastasio Castro Astúa 1772 Francisca Blanco Durán 1787

DESDE AQUÍ DOS RAMAS, UNA CASTRO Y OTRA SELL MERINO

Félix Castro Blanco 1809 Juana Antonia Bustamante Zúñiga

Leonor Castro Bustamante Ignacio Merino Padilla

Leonor Raymunda Merino Castro Arturo Eduardo Sell Steffen

Alberto Jorge Sell Merino Brígida Joaquina Salazar Álvarez

Arturo Sell Salazar Lidiette Biasetti Lawson

Luis Alberto Sell Biasetti

De aquí la Rama de los Castro Méndez

ANSELMO CASTRO BLANCO JACINTA MENDEZ RAMIREZ

GENARO CASTRO MÉNDEZ, administrador del Teatro Nacional. Casó con doña Maria Aurelia, abuelito de María Teresa Salazar Castro (yaya)

AURELIA ECHEVERRÍA AGUILAR, hija de Francisco de Paula Echeverría Alvarado y Juana Aguilar Salazar.

MARÍA DEL ROSARIO CASTRO ECHEVERRÍA murió soltera

ROGELIO CASTRO ECHEVERRÍA, casó con EVA FAJARDO, hijos Rogelio Castro Fajardo, casó con …hijos Elba Lila, Rogelito,.., segundas nupcias Lilly, hijos…. Sídney Castro Fajardo casó con Marta , hijos Alex, viudo, Tony,fallecido, Sidney, e Ivette, casó con Chad Green, hijos

SOLEDAD CASTRO ECHEVERRÍA, casó con Gerardo Fernández Zúñiga, segundas nupcias con Fernando Brenes Arguello, y terceras nupcias con Frank Samaniego, no hay descendientes.

MARIO CASTRO ECHEVERRÍA murió soltero.

MARÍA DE LOS ÁNGELES CASTRO ECHEVERRÍA, casó con ING. ROBERTO SALAZAR QUESADA, HIJA MARÍA TERESA AURELIA.

MARÍA TERESA AURELIA SALAZAR CASTRO CASÓ CON FERNANDO VÍQUEZ VALVERDE. HIJO DE DON MANUEL ANTONIO VÍQUEZ SEGREDA Y DOÑA LUISA VALVERDE ARGUEDAS. HIJOS-

ROXANA MARÍA DE LA MEDALLA MILAGROSA casó con Oscar Ortiz Sequeira,Hijo de eusebio Ortiz Roger y Adela Sequeira, hijos: Oscar Antonio (fallecido), María Fernanda, casó con Kevin Moore, hijos Isabel e Ian Moore Ortiz, José Francisco, ingeniero, soltero, Roxanita, máster en diseño, soltera.

ROBERTO ANTONIO FRANCISCO Creativo Publicitario y compositor y guitarrista flamenco, soltero

FERNANDO JOSÉ -DE LA VIRGEN DE LA CARIDAD DEL COBRE Gerente Bancario, Máster en Economía, casó con Laura Patricia Pacheco Arce, hija de Franco Pacheco Musmanni y de María virginia Arce Hernández,hijos María Laura, Ing. Industrial y Corredora de Bolsa, casó con son Luis Diego Vargas Casafont, Fernando, ingeniero, soltero, Eugenia María, estudiante, soltera.

LUIS GUILLERMO, casó con Lidia Mora Acuña, hija de Fernando Mora y de Acuña, hijos José Guillermo, María Lidia y Luis Fernando, estudiantes.Divorciado.

IRENE MARÍA AUXILIADORA casó con Lcdo. Arturo Blanco Páez, hijo del Dr. Arturo Blanco Páez y de Vilma Patricia Páez,

hijos Gloriana y Mónica, estudiantes.

ISABEL CRISTINA DE LOS ÁNGELES, Lcda. turismo, casó con Camilo Arenas Maioco, máster en turismo,

hijo de Patricio ]Arenas y de Marcia Maioco, hijos Marcia Isabel, Irene Andrea y Elena Lucía, estudiantes párvulas.

JOSEFA CASTRO MÉNDEZ, casó con Santiago Calvo Mora el 21 de noviembre de1880.SANTIAGO CALVO MORA, hijo de Joaquín Bernardo Calvo Rosales y Salvadora Mora Pérez. DESCENDENCIA:

Amelia Calvo Castro, casó con don Everardo Gómez Rojas el 8 de diciembre 1910. Hijos

Mario Gómez Calvo, casó con María Eugenia Quirós Oreamuno, hija de don Amadeo Quirós Blanco, y doña María Cristina Oreamuno Flores.

Leonel Gómez Calvo, soltero,

María Cecilia Gómez Calvo, María de los Ángeles Gómez Calvo casó con Jorge Fonseca, hijos Vicky, Jorge Arturo y Marcela.

Flora Gómez Calvo, casó con Antonio Trejos Donaldson (antes López Calleja), HIJOS Flora Isabel casó con Fernando Leiva Runnebaum, hijos Irene, María de la Luz, y Esteban.

Atilia Calvo Castro, casó con George Hodinson, hijos Marina, Gilberto y Rafael Ángel Calvo Castro, quien casó con Francisca Aparicio, hijos Eduardo Calvo Aparicio, Mario Clavo Aparicio, Arnoldo Calvo Aparicio.

Isabel Calvo Castro casó con Eduardo Rodríguez Alvarado, descendencia María Cecilia Rodríguez Calvo, casó con Francisco Segreda Castro, descendencia:

ANGELINA CASTRO MÉNDEZ historia romántica, murió soltera.

TACIO CASTRO MÉNDEZ, casó con Silvia Castro quien nació en el Salvador, murió en 1969. Descendencia: Madre Gloria Castro Castro, Alicia Castro Castro, Silvia Castro Castro, Ramiro Castro Castro, Alfredo Castro Castro

ISABEL CASTRO MÉNDEZ, (Chabela) soltera, fue una gran pianista.

ADELA CASTRO MÉNDEZ Y MANUEL ÁNGEL GUTIÉRREZ MORA casaron el 23 de enero de 1910, hijo de Manuel Joaquín Gutiérrez de la Peña y Rosa Mora Porras. ADELA CASTRO MÉNDEZ, nació el 1 de febrero de 1869, en la casona que se encontraba donde es hoy el Teatro Nacional. Descendencia Rosita Gutiérrez Castro, nació alrededor de 1912, casó con Eduardo Castro Steinvorth (hijo de Eduardo Castro Saborío y Erna Steinvorth Marín).

Hijos Manuel Eduardo Castro Gutiérrez, Bernal Castro Gutiérrez, casó con Estrella García, Luis diego Castro Gutiérrez casó con Liliana Villalobos Blanco, Adela Rosa Castro Gutiérrez casó con Ovidio Pacheco Salazar, Olga Castro Gutiérrez, casó con Álvaro Sandoval.

ALFONSO DÍAZ, hijo natural de don Anselmo Castro Blanco, fue presidente de Nicaragua

ANGEL ANSELMO CASTRO MÉNDEZ, casó con Ramona Gutiérrez Yglesias, hijos Guillermo Castro Gutiérrez,

Ofelia Castro Gutiérrez, casó con Francisco Segreda Solera, hijos

Francisco Segreda Castro casó con Cecilia Rodríguez Calvo,

Ofelia Segreda Castro, casó con Frederick Wright Paredes,

Guillermo Segreda Castro, Lilly Segreda Castro, Arturo Segreda Castro, Fernando Segreda Castro, todos solteros

María del Carmen Segreda Castro casó con César Fábrega.

Alicia Castro Gutiérrez casó con Belisario Porras, tres veces presidente de Panamá. Hijos Rodrigo Porras Castro, Álvaro Porras Castro, Hernán Porras Castro, Alicia Porras Castro,

Jorge Segreda Castro, casó con Mary Mena Pérez,

Marta Segreda Castro casó con Felipe Van der laat . hijos

Olivia Castro Gutiérrez casó con Luis Demetrio Tinoco Gutiérrez, hijo Rodrigo Tinoco Castro, casó con Irma Guirola,

Porfirio Castro Gutiérrez casó con Teresa Sobrado García, hijo vitamina.

Esperanza Castro Gutiérrez, casó con Luis Demetrio Tinoco, su ex cuñado viudo. Hijo Luis Demetrio Tinoco Castro

Rodolfo Castro Gutiérrez casó con Matilde Fábrega, Fernando Castro Gutiérrez, soltero

Miguel Ángel Castro Gutiérrez, casó con María Cristina Echeverría Jiménez , ,hijos :

Guillermo Castro casó con María Cecilia Montealegre hijos

Fernando Castro Echeverría casó con Flora Carazo Brenes, hijos

José Miguel Castro E, casó con Gloria Lachner Guier,

hijos Miguel Ángel, casó con María Amelia Montealegre E.,

María Elena Castro casó con Manuel Santos Carrillo,

Rodolfo Antonio Castro, casó con Sussy Jiménez Durán,

María Rosa Castro L. casó con Edgar Badilla Castro,

Luis Javier Castro casó con Luisa Fernanda López Apéstegui,

Gloriana Castro Lachner casó con Alberto Raven Odio,

Rodrigo Castro Echeverría, casó con Ana Teresa Fonseca Echandi,

hijos Rodrigo Arturo Castro, Olivia,

Casó don Rodrigo en segundas nupcias con Ana Cristina Villafranca Núñez, hijas

ANSELMO CASTRO GUTIÉRREZ casó con Isabel Jiménez

INFORMACIÓN ADICIONAL.

dada por Prof. Luis Alberto Sell, a Luis Diego Castro G. que dice así:

Prof. Luis Alberto Sell, apartado 1381 (2150) Moravia, teléfono 2285 0363 8392-4852

Don Anselmo Castro Blanco, bautizado el 21 de abril de 1822, casó con Jacinta Méndez Ramírez. Los padres de don Anselmo fueron:

Anastasio Calvo Astúa, bautizado 26 de abril de 1780, y Francisca Blanco Durán, bautizada 1 de febrero de 1787.

Los padres de don Anastasio fueron José Mateo Castro Umaña, bautizado el 14 de enero de 1742, y Petronila Cayetana Astúa Soto, bautizada el 21 de enero de 1742.

Abuelos de Anastasio fueron Juan Antonio Castro Arias, fallecido antes del 16 de junio de 1756, y Micaela Umaña López de Ortega, Nicolás Astúa Bonilla (1700-1755) y Antonia Josefa Soto 1725.

Los padres de Francisca Blanco Durán fueron Manuel Cayetano Blanco Barbosa y Manuela Trinidad Durán y Juana Castro.

Acerca de Juan Antonio Castro Arias, podemos afirmar que fue hijo de Juan Rodríguez Castro (nacido en Villa Nava del Rey, provincia de Valladolid, montañas de Burgos, Castilla la Vieja, en 1650. Y fallecido en San José el 9 de junio de 1724, y Petronila Arias de Salamanca, nacida en 1656, pariente del legendario Pedrarias Dávila.

Juan Antonio fue nieto de Juan Rodríguez de Cuéllar5 y Ana de Castro, y de Gaspar Arias de Salamanca y Calvo Chinchilla (1620-1686) y de María de Monterroso (1625-1691) (García Cordero y Mora Salado de la Portilla)

Finalmente le diré que la ascendencia de Nicolás Astúa Bonilla es sumamente interesante, pues nos lleva a personajes ilustres de la Edad Media.

Dejo aquí la copia del enorme documento sobre la familia Castro, que guardaré en mis archivos para posteriores consultas, ahora deseo copiar unos artículos que se escribieron sobre las mujeres de nuestra familia, en una época en la que las damas difícilmente eran entrevistadas. El primer escrito está dedicado a Angelina Castro Méndez, tía de mamá a quien no conocí, pero su historia es muy romántica. Angelina Castro Méndez nació el 16 de julio de 1874, en San José de Costa Rica. Murió soltera en julio de 19l8, tenía preciosa voz y cantaba composiciones operáticas…

Doña Ángela Acuña Brown, en su obra “Mujeres Costarricenses a Través de Cuatro Siglos,” nos cuenta:

Angelina Castro Méndez se educó en el conocido colegio de doña María Águeda Peralta de Rivero. Pasó luego al Colegio Superior de Señoritas, que acababa de iniciar labores, fue alumna distinguida del primer grupo. Descolló en el arte tanto por la modalidad expresiva cuanto por su dedicación. Tempranamente se le manifestó su bella voz y se entregó de lleno, frente al tiempo que nadie mide, a la hermosa tarea de perfeccionarla.

Fueron sus maestros de canto don Alejandro Monestel, en primer término, después don José Campabadal y don Pilar Jiménez. Mucho la distinguió don Jesús Núñez. El estímulo que le brindaron tan bien dotados profesores, convertido por la talentosa artista, en suma prodigiosa de trabajo, la llevó lejos en su carrera de emoción y reconocimiento.

Salió del país. Permaneció tres años en Italia en casa de don Alvice Castegnaro. Asistió al Conservatorio Privado del Maestro Gustavo Castegnaro. Además de las clases que el propio Alvice le daba,(quien se sorprendió con la bellísima voz de Angelina, como se lo escribió a don Anselmo Castro Blanco, cuando le hablaba de las dotes artísticas bucales de la hija). Alumna privilegiada a quien hizo participar no solo en su propia academia, sino en varios otros festivales de arte.

La señorita Castro Méndez, regresó de Italia en el año 1894, coronada de triunfos, con excelentes atestados largos de enumerar, pero que se guardan en las memorias patrias. Tomó parte en muchas veladas musicales de la época. Cundió en torno a ella la admiración. Cantó Angelina, para dicha suya, en una época en que la existencia no padecía de decaimientos espirituales profundos, a pesar de los golpes del destino.

Fue muy aplaudida la diva, en una velada que se dedicó a don Joaquín Bernardo Calvo Rosales, con motivo del centenario de su nacimiento, en marzo de 1899.

Con Cano Aguilar lució sus dotes en la memorable velada a beneficio de la guerra de Cuba, a la salida de la cual fue atacado a tiros el recordado general don Antonio Maceo, quien murió más tarde en su tierra cuba, en 1896, en el combate de Punta La Brava. Cantó también la inolvidable soprano lírica en 1894, en el Festival Artístico dedicado a José Martí. El apóstol de la independencia cubana se hospedaba adonde es la casa del Dr. Miguel W. Angulo.

Angelina salió hacia el Teatro Variedades donde iba a verificarse la velada, en un coche pesetero, acompañada del Dr. Don Antonio Zambrana, del Lcdo. Don Gerardo Castro Méndez, y de un escritor nicaragüense que posteriormente fue muerto a balazos en el Parque Central de San José.

En el año de 1895, también en el Teatro Variedades, doña Ada Le Capellain de Fernández, organizó una hermosa fiesta a beneficio del Asilo de Incurables, y Angelina Castro Méndez fue con su canto la nota más brillante.

En aquella noche de arte, el destino le mostraba a Angelina una luz de ilusión. Entre la concurrencia se encontraba, recién llegado al país, el Marqués Jerónimo Mertignioni, italiano de la Casa Malta Feroni. Se hizo presentar a la joven y bella cantatriz, y comenzó un romance.

En las memorables fiestas del quince de setiembre de ese mismo año de 1895, con motivo de la inauguración del Monumento Nacional, encontrábase Angelina con un grupo de amigas, en el balcón de la histórica casa de don Tomás Guardia,( después casa presidencial) contemplando el inmenso cortejo que por allí pasaba, cuando, acompañado del Coronel don Tasio Castro, llegó también el joven marqués, quien esa misma mañana le hizo presente a la joven su amor por ella, que pronto formalizó en un compromiso matrimonial.

Fue una verdadera pasión la que vivieron los jóvenes prometidos. Vehemente fue el marqués en sus declaraciones. Se concertó la boda para el 16 de julio de 1897. El noble italiano manifestó su deseo de radicar en Costa Rica, compró una finca en la región atlántica.

El 1 de julio de aquel año salió para su nueva residencia campestre, a fin de hacer los preparativos para recibir a la que sería su compañera. Mas el destino se interpuso entre el amor entrevisto y la dolorosa realidad.

El señor Mertignioni contrajo la fiebre amarilla y hubo necesidad de traerlo a la capital en estado de suma gravedad. Murió el día 8 de aquel mismo mes, ocho días antes del día fijado para la boda. Su muerte conmovió a la sociedad, el marqués cerró sus ojos seguro de que se había casado, El cuadro fue desgarrador.

Angelina Castro Méndez no se casó nunca, se entregó a sus cantos místicos, en sus plegarias encontró el consuelo.

El marqués de Mertignioni fue enterrado en Costa Rica. Transcurrido un tiempo su señora madre, doña Marta de Mertignioni pidió el cuerpo de su hijo que fue trasladado a Italia.

También en otro mes de julio, año de 1918, cerró sus ojos la señorita Castro Méndez. Antes de morir pidió que se le enterrase en la tumba que había dejado vacía el cuerpo del hombre a quien amó. La Junta de Caridad no puso objeción alguna. Gestionaron el entierro don Alejandro Aguilar Mora, Cano, y Octavio Castro Saborío.

NO DIGAN MIS HEREDEROS QUE ESTA NO ES UNA HISTORIA PRECIOSA!

Este artículo que le hicieron a Adela Castro, la tía predilecta de mamá, retrata lo que quiero decir, es importante que mis hijas y nietas lo lean de vez en cuando, porque así somos las mujeres que llevamos sangre Castro dentro de nuestras venas.

ADELA CASTRO FUE UNA VIEJECITA HERMOSA, EN SU SILLA DE RUEDAS, SU HÁBITO DEL CARMEN Y SUS TRENZAS BLANCAS, FUE LA ÚNICA TÍA BIS ABUELA QUE CONOCIERON MIS HIJOS MAYORES, CUANDO YO LES LLEVABA A MORAVIA A VISITARLA, EN CASA DE SU HIJA ROSITA GUTIÉRREZ DE CASTRO STEINVORTH.

En la obra “Júbilo y Pena del Recuerdo” de doña Lilia Ramos, se incluye una entrevista que le hizo Nury de Jaramillo a doña Adela, y que fue publicada en La Nación del 15 de agosto de 1964. Incluida también en “La Vida cotidiana de Nuestros Abuelos”

(1801-1910). Y dice así:

Hacia Moravia nos encaminamos, en busca de doña Adela Castro de Gutiérrez, dama que al cabo de noventa y seis años cumplidos, conserva firmes sus facultades mentales y teje crochet primorosamente.

En su casa, cercana al templo de Moravia, la encontramos tomando el sol desde su ventana y contemplando a los chicos que juegan en el patio de la escuela, situada justamente al frente de su dormitorio. Vistiendo el hábito del Carmen tenía sobre la mesa un libro de historia “El Descubrimiento de América”. Lo estaba leyendo para refrescar su memoria. “Ya no me acordaba que fue un 12 de octubre cuando nos descubrió Colón.”

Doña Adela nació el primero de febrero de 1869, en una casona señorial, demolida porque en sus terrenos fue construido el Teatro Nacional. Con ella eran nueve los hijos de un hogar donde cada miembro cultivaba el arte y las Letras. Los más recordados del grupo de hermanos fueron Angelina, quien tenía una linda voz y cantabas varias composiciones operáticas, baladas, etc. Isabel, que tocaba el piano, y Adela, la m{as alegre y buena conversadora, recitaba admirablemente y formaba parte de las tertulias de aquellos tiempos, durante las cuales se escuchaba música, se comentaban sucesos políticos e intelectuales de Europa y América, mientras servían aromáticas tazas de café y chocolate, acompañadas de los clásicos biscochos de queso.

Festiva y siempre sonriente, nos cuentan sus nietos que nunca está de mal humor. Tiene amor por la vida, por los niños. Le gusta conversar con la gente joven y lee íntegramente la prensa de la mañana y tarde.

Está, pues, enterada de cuanto ocurre en el mundo.

Cuando apareció la noticia del Ranger-7, lanzado por los Estados Unidos, doña Adela comentó: ¡Hijo del Padre! Ya se nos va a quedar la luna sin el misterio y encanto de nuestros buenos tiempos!

Ahora le van a ver los defectos, y entonces, adiós romanticismo!

Perteneció doña Adela al primer grupo de alumnas graduadas del Colegio de Señoritas. Ingresó allí cuando contaba catorce años de edad. Y en dos grandes ocasiones, con motivo de la celebración de los cincuenta años de su fundación, y luego en el 75 aniversario recibió el homenaje del cuerpo docente y de todo el alumnado del colegio. En sendas fechas fue condecorada con emblemas de la más alta distinción. Doña Adela se graduó de maestra. Y enseñó durante veinte años, siendo directora de distintas escuelas de San José y fundadora del Instituto de Enseñanza Especial para niños débiles mentales. Contrajo matrimonio con don Manuel A. Gutiérrez.

En los años de juventud su profesor más querido fue don Juan Rudín, quien nos cuenta que le enseñó entre otras cosas, muchas nociones de Astronomía. Para ella no era extraño hablar del sistema planetario, de los espacios siderales, ni aún de los trascendentales ensayos que hacen los científicos de hoy en la investigación interplanetaria.

-Cuéntenos algo de aquellas reuniones culturales en su casa-

Ah sí, eran muy divertidas.- A ellas concurrían nuestros amigos Cleto González Víquez, Juan Rafael Mora y Ascensión Esquivel, que fueron más tarde presidentes de la república. También nos visitaban poetas y políticos extranjeros.

A quiénes recuerda especialmente?

Pues, déjeme ver, entre los amigos que hablaban de revoluciones, de Patria y Libertad, estaba José Martí.

Recuerda cómo era? Si, recuerdo que vestía muy bien y era muy expresivo. Y me acuerdo también de Julio Flores, el poeta colombiano. Para él recité muchas veces. Y aprendí a tocar en la guitarra algunos bambucos que él me enseñó. Mientras teje una primorosa colcha de crochet de grandes dimensiones, nos comenta:

-Mire qué cosa, sabe ? Yo no me siento vieja. Me gusta tanto vivir. Y no puedo estar sin hacer algo, por eso, cuando me canso de leer los periódicos, empiezo a coser.

Recuerda usted doña Adela

Recuerda usted doña Adela las erupciones anteriores del Irazú? A lo que responde- Nunca oí ni vi las cosas que le dicen que hace ahora el volcán. De vez en cuando aparecían señales de material volcánico en las hojas de las plantas, en los sembradíos, pero nunca llegaron a ser tan marcadas ni tan fuertes como ahora…Esto es terrible.!

Y recuerda usted los terremotos?

Recuerdo mucho del siglo pasado (hace una pausa tratando de recordar la fecha, pero no lo consigue) Aquella destrucción de
Cartago… Qué espanto! Entonces vivíamos en una casa esquinera del Parque Central. Pasábamos las noches durmiendo en el quiosco…

Conoce otros países?- Solamente Panamá. Allí estuve en la época de Belisario Porras, que fue presidente, porque mi sobrina Alicia Castro era su esposa y me invitaron a pasar allá una temporada.

Cuál es el secreto de su longevidad? El secreto que yo digo a gritos es:. no fumar y tener método para todo, comidas a las horas, sueño a las horas y trabajo a las horas también. Nada me hace daño y creo que yo no soy un estorbo para los míos…

Le gusta el cine?Por supuesto, me parece maravilloso, hace algún tiempo que no voy, pero la última vez vi una película bellísima:” Los Diez Mandamientos”.

Cuál es el santo de su devoción? El Corazón de Jesús, a El le confío mis asuntos.

Qué opinión tiene doña Adela de los jóvenes de hoy? Me gusta mucho la gente joven de hoy, y los niños también…pero…

Pero qué? Hablando resueltamente lo dice:

Lo que no me gusta de ustedes son las vestimentas. Con esos ceñidos pantalones, las mujeres no se cubren, sino que enseñan todo lo que tienen. Ah!, nuestros trajes eran tan bellos, finos, elegantes, y sobre todo señoriales. El señorío es muy importante en una mujer.

Qué iba a decirnos de los niños? Estos niños de hoy son tan inteligentes, tan vivos! Mucho más despiertos que los de mi época. Y diga usted mijita en su reportaje que yo no me siento vieja!


viernes, 3 de julio de 2009

Un poemita rítmico

Cuba

Tucutú, tucutú, zumba
zumba el candombe en la tierra
hechicera y peligrosa, baila la negra
candombe de sangre y fuego
que me lates en la sien
Cubita de mis amores,
Cuándo es que te vuelvo a ver!

Mi Verdad- poesía

Eres tú, para mi boca
El pan que sale del horno
Cuando tu olor me provoca
Un auténtico bochorno.

Crujiente como una hoja
Que se deshace en el viento
Disminuyes mi tormento
Cuando te siento en mi boca.

Tengo un hambre peligrosa
De saborear tus mentiras
Deja que goce dichosa
La manera en que me miras.

Pan para mis locas ansias
De vivir esta aventura
Pan lleno de levadura
Que alimenta mi esperanza.

Como el agua, insustituible
Para que calme mi sed
Para mi lo más terrible
Es que te pueda perder.

Pan sabroso, suave, tibio
Pan de miel y de bondad
Eres, para mi delirio
La esencia de mi verdad.

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DOS CUENTOS CORTOS

EL PEQUEÑO HECHICERO
Cuento por Heliconia-
Alfonso era un chiquillo inquieto e inteligente, al que cualquier novedad le movía a la inmediata investigación. Blanco y rubio, con ojos oscuros, estatura promedio, era un muchacho guapo. Listo y dispuesto a la aventura y al juego, había sido siempre compañero predilecto de los demás chiquillos de la familia., quienes sentían envidia de él porque vivía en esa finca y tenía muchísimas aventuras. A sus primos les gustaba jugar con él, su fértil imaginación y su compañía resultaban muy divertidas, además era un niño muy valiente, buen estudiante y muy ágil. A menudo recibía la visita de alguno de sus parientes, deseoso de pasar días en el campo, pero eso sucedía únicamente en tiempo de vacaciones, es decir, una o dos veces al año. Y no siempre, porque para los demás niños había otras alternativas como ir a la playa, o viajar al exterior con sus padres. Alfonso entonces permanecía solitario la mayor parte del tiempo, y como consecuencia se había fabricado un mundo a su medida, exclusivo para él solito, y cada vez se sentía mejor, sumergido en sus sueños, viviendo de ilusión.
Cuando el ruido de pisadas sobre el techo que escuchaba mamá algunas noches, se convirtió en motivo de preocupación para todos, Alfonso, una mañana, y sin que nadie le mirara, acercó una escalera al boquete que tenía el cielo raso para accesar a la buhardilla, y armado de un foco a pilas, caminó por las cerchas hasta encontrar el nido que la zarigüeya había hecho sobre el cartón, con desperdicios, trapos y paja, para que le sirviera de cuna a sus pequeños hijitos. Allí mismo se armó la batahola, tirando de la cola al animalejo y lanzando sus cochinadas al suelo, comenzó a limpiar él solo el lugar, la mamá llamó después a los fumigadores, quienes luego de tirar fuera los desechos, desinfectaron todo el cielo raso para acabar con arañas, hormigas, cucarachas, y todo tipo de alimañas indeseables.
Alfonso, le reprochó la madre, entre sonriente y molesta ¿Por qué razón no consultaste con tu padre, o conmigo, antes de subir al desván? pudiste haber caído, quebrarte una pierna, o algo peor, te agradezco el que se te haya ocurrido venir en mi ayuda, pero aún eres muy niño para tomar esas decisiones sin consultar. No soy tan niño mamá, ya tengo nueve años, dijo el chico resentido. Aquella mañana Alfonso había pensado llevar a su prima a cabalgar, su prima Dora, una niña de siete años, que estaba de visita en la hacienda. Dora era una niña algo torpe, a Alfonso le desesperaba por sus temores de niña consentida, pero ya que hoy estaba en casa, se disponía a atenderla y a jugar con ella. Dora le adoraba y le seguía como a un líder. La niña vivía en la ciudad, no así Alfonso y sus padres, quienes habitaban en un reparto distante del centro, una finca de recreo, hermosa entre jardines y vastas praderas, con un delicioso clima, aire puro y mucho sol. En las cercanías de la casa estaba la caballeriza, con sus corredores hermosos de piedra, y los apartos para las bestias, con un depósito en cada uno para la paja, y una pileta de agua. Numerosos aperos de equitación se acumulaban en aquel espacio, y junto a la pared había una vitrina con muchos trofeos, que miembros de la familia habían ganado en competencias hípicas. En ese momento los peones lavaban con manguera los establos, y, sobre las barandas de entrada, algunas bestias de primorosa estampa asomaban la testús, luciendo sus brillantes crines y los arreos debidos. En las paredes colgaban monturas también monturas bellas, frenos y fustas. Afuera en el jardín un elegante pavorreal estiraba su dorado abanico sobre el césped del patio, mientras varios patitos salían del pequeño lago, en donde los blancos cisnes alargaban sus cuellos, intentando pescar los peces rojos que nadaban adentro. En las ramas de un árbol de jícara, una lechuza vieja alumbraba con los focos circulares y amarillos de sus ojos pelados, entre la envoltura de sus plumas negras y canosas, como de viejo, el nido de oropéndolas que colgaba al final de la rama más alta.
¡A desayunar! Llamó doña Matilde desde el comedor, mientras servía las deliciosas panquecas cubiertas de miel, con trocitos de banano y fresa que tanto le gustaban a su hijo, un vaso grande de jugo de naranja, una taza de leche caliente, y una tortilla grande con queso para cada uno. Para ayudar con el servicio, la vieja Dorotea preparaba la masa y el chocolate, y limpiaba el fogón con una escoba. La cocina de leña de la estancia, perfumaba con humo y con historia la comida casera que la anciana preparaba.
Buenos días tía, buenos días mamá, dijeron los niños. ¡Que rico el desayuno que nos preparaste! Buenos días pequeños, me alegro que les haya gustado, deben de comer bien para soportar el sol y el cansancio si toda la mañana van a montar a caballo por la pradera. Les ruego que tengan mucho cuidado ¿Me lo prometen? Recuerden que en el campo hay mil peligros, a veces hay serpientes, caminos peligrosos cerca de las pendientes, en oportunidades el río está contaminado y su corriente es muy poderosa, lo mismo que pastando hay ganado muy bravo, y otros peligros menores que pueden atacarlos. Lo importante es estar con las pilas bien puestas, atentos a todo lo que pueda suceder.-Tranquila mamá, que yo cuido a mi prima. ¿Y a vos quien te cuida? Bromeó la madre, a mi me cuida mi ángel de la guarda.
El chiquillo se sacudió molesto. De acuerdo mi amor, los espero para la hora del almuerzo, no se atrasen porque me preocuparía. No olviden llevar sombrero, el sol está fuertísimo. Los niños terminaron de desayunar, se levantaron de la mesa después de agradecer a doña Matilde, fueron a lavarse los dientes y salieron al jardín. Ya Justino el peón se acercaba trayendo de diestra al potro que montaría Elisa, un potranco joven y manso, y el caballo de Alfonso, un caballito de paso que su padre le había obsequiado por navidad. “Candil”, se llamaba el caballito, blanco con una estrella negra sobre la frente, Alfonso estaba muy orgulloso de ser su dueño y de montarlo. Alfonso era excelente jinete, y eso le hacía sentir adulto y responsable. Justino ayudó a Dora a subir para treparse en su montura, revisando los aperos y la cincha y que la chica no corriese riesgos,. A paso lento los chiquillos se encaminaron hacia el portón. Ajustando el paso, Alfonso incitó a Dora a ponerse a la par suya, poco a poco la chica se acomodó a ese ritmo y cabalgaron felices sobre la pradera verde, que se extendía como un lago frente a ellos, lo hicieron por varias horas, al rato trotaron encantados hasta llegar a un riachuelo que triscaba entre piedras redondas y blancas. Detenidos allí, bajaron de sus cabalgaduras y se tendieron sobre el césped a descansar. Entre los altos juncos mecidos por el viento, las avecillas trinaban cantos melodiosos, y las mariposas aleteaban azules sobre el dorado tono del camino. ¿Elisa quieres que te cuente un cuento? Es por aquí que viven los elfos y las hadas. ¡No seas tan mentiroso primo! Siempre dices que tienes grandes dones, poderes ocultos y contactos con seres de otros mundos, pero yo no te creo, ¿es que pretendes engañarme? ¡En forma alguna!, solamente te digo la verdad. Yo soy su amigo, los he visto y converso con ellos muchas veces. Me han hecho disfrutar de aventuras sin cuento, y me conceden todo lo que pido. ¿Te dan miedo primita? No es que me den miedo, no soy una miedosa como tú dices, pero no creo que existan. Creo que te burlas de mí cuando me contás estas mentiras. Te voy a acusar con tía, ella se va a enojar cuando lo sepa.
Y el chico continuó como si no la oyera ¿No te da miedo entonces que los llame? porque puedo pedirles que vengan y se manifiesten delante de ti, como lo hacen conmigo muchas veces. Entre enojada y miedosa, Elisa se mantuvo callada y pensativa. Alfonso tomó la ocarina, que llevaba en un bolsillo, y comenzó a tocar aquella dulce melodía. Inesperadamente se oscureció la mañana, nubes oscuras cayeron sobre el río, y un velo de escarcha y de frío cubrió el lugar. De detrás de las rocas comenzó a surgir una tenue canción casi inaudible, una canción extraña, una canción de música embrujada, la canción de los elfos y las hadas.
Cual piedras con destellos opalinos las rocas reflejaban las estrellas, de los lirios del río se desprendieron figuras tenues y dispersas, que al acercarse tomaron forma de pequeñas hadas. Tomadas de las manos formaron rondas, y alrededor de los dos niños fueron tejiendo una guirnalda de flores perfumadas. Entre las piedras blancas de la orilla, los elfos de zapatos puntiagudos y sombrero de picos, con sus gabanes rojos y verdes de oscuro terciopelo, entregaban a Alfonso una varita con la que podría alcanzar un deseo, en el momento en que lo juzgara necesario. Dora estaba deslumbrada ¡Era cierto entonces todo lo que Alfonso le había contado, no la estaba engañando, en la pradera vivían los elfos y las hadas, y ahora ella también los conocía, también los había visto, ya ella sería parte de su mundo, qué emoción!
De pronto escuchó la voz de Alfonso: Elisa, ya es muy tarde, mamá estará preocupada, levantate y montemos los caballos, que estamos lejos de la casa. Elisa se extrañó, ¿Qué había pasado? Por qué razón Alfonso no le hablaba de lo que acababan de vivir, por qué otra vez era de día, y el sol cayendo a plomo sobre el campo les hacía sudar? Junto a la ribera del río los caballos triscaban tranquilos, amarrados al tronco de un espavel enorme de floreciente copa, las nubes se reflejaban sobre el río, la mañana era espléndida. Sobre el césped el sombrero de paja de la niña, y la fusta de cuero de Alfonso, quien, como si no hubiera sucedido nada, la ayudó a montar de nuevo, y silenciosos emprendieron el regreso a casa.
¡Al fin llegaron muchachos! les estaba esperando ¿Estuvo bien el paseo? ¿Te divertiste Dora?
Si tía, la pasé bien, dijo la niña en un murmullo. Entonces ¡A lavarse las manos, que vamos a almorzar! El almuerzo estuvo delicioso, un pollo asado, puré de papas, ensalada verde y de postre helados y fruta. Valdría la pena que se recostaran un poco, deben venir cansados, dijo mamá. ¿Y cuales son los planes para la tarde? ¿I r a la huerta a recoger fresas o moras, como siempre, o prefieren ir al pueblo a pasear? Vamos a recoger moras en el monte, dijo rápidamente Alfonso, sin dar oportunidad a Dora para responder. Cerca de las tres de la tarde, los niños se preparaban para salir. Doña Matilde les trajo una canasta con viandas para el camino, un abrigo liviano por si enfriaba, y un termo con té. Los muchachos salieron juntos, esta vez el paseo sería caminando, a lo largo del trillo de gardenias que sale de frente de la casa, luego tomaron una nueva ruta, la que sube a las colinas frías, adonde las moras se mecen en sus plantas colmadas de fruto, y con múltiples espinas en los tallos. Para tal contingencia, la madre-tía colocó unas podaderas, y hasta unos guantes de agricultor, para que los chicos no tuvieran problemas. De camino Elisa aventuró una pregunta, ¿Qué nos pasó en la mañana, cuando vimos las hadas y los elfos? ¿Cuando? Interrogó a su vez Alfonso, yo no recuerdo haber visto nada, simplemente nos dormimos bajo el árbol, seguramente tu lo soñaste.
No, yo estoy segurísima de lo que vimos, deja ya de burlarte. El chico no respondió.
La cuesta era empinada, el viento sacudía los cabellos rubios de Elisa, y el sol comenzaba a ocultarse tras los bellos celajes de la tarde. Cansados y agitados llegaron al fin a la cumbre de la colina, donde las matas de mora brillaban bajo la luz, como lágrimas color vino, entre las hojas verde oscuro, y sostenidas por un enjambre de espinas doradas, afiladas en cada una de las ramas. Las moras, deliciosas y ácidas, pequeñas bolitas rojo oscuro unidas en racimos redondos y jugosos, dejaban en los labios el sabor increíble de su jugo fresco. Toda la roca estaba cubierta por la planta, las moras pintaban de rojo las orillas rocosas y cuantas más moras recogían para echarlas dentro del canasto, más frutas apetitosas aparecían ante su vista. ¡Qué delicia comerlas con natilla!, pensó la niña. Alfonso se adelantó un poco, espérame primo, gritó Dora, no me dejes atrás, y apretando el paso intentó alcanzarlo.
Detrás de las colinas, las montañas azules y moradas esperaban la noche, destellos del fulgor de los planetas comenzaban a verse, y tras un árbol inmenso de follaje tupido, saltó Alfonso de pronto, ante una asustada y sorprendida Dora, moviendo para arriba y para abajo entre sus manos la varita famosa que los elfos le entregaron por la mañana. ¡ABRACADABRA, PATA DE CABRA, POR ESTA MAGIA, QUE LA BRUJA SALGA!...
Un Alfonso distinto la miraba sonriente, cubierto su cabello con un sombrero en pico, y montado sobre el palo de una escoba, le dio la mano, y alzándola en peso la subió a su cabalgadura de madera, y ambos ascendieron por el aire siguiendo una estela rosa y azul que les envolvía como un tornado, viajaron por el aire, ascendieron a las nubes, miraron los planetas, y pudieron de lejos ver cómo se alejaba la tierra pequeñita, cada vez más pequeña y más lejana. Así pasaron siglos o minutos, de repente, frente a una roca roja, morada -azul violeta de obsidiana, fueron bajando lento los viajeros, a reposar de nuevo en la pradera, al píe de la colina.
Otra vez en la mente infantil de Dora crecieron los temores, continuaba el misterio, ya Alfonso era de nuevo el mismo de hacía un rato, sin sombrero ni escoba, recogió la canasta con las frutas, y lentamente juntos caminaron de regreso a casa. Sin comentario alguno, sin explicaciones ni preguntas, sin saber qué era realidad y qué era fantasía. ¿Será que me chiflé?
¿Que me patina el coco como dicen? porque todo esto es muy extraño, pensó la chiquilla.
Doña Matilde esperaba junto al portal del frente ¡qué bueno que llegaron! les estaba esperando, dale el canasto con moras a Dorotea y que ella las lave y las prepare, que las ponga mientras tanto en la refri, para que no se dañen, mañana, cuando vengan tus padres, podrás llevarla a casa y compartir con ellos ¿te parece? muchisísimas gracias tías, eso les va a encantar.
Una vez más les sirvieron la gran cena, con pasta, carnes, fruta y golosinas, alimentados y cansados de esfuerzo y emoción, ambos niños se retiraron a dormir. Que pases buena noche, dijo Alfonso ¡nos vidrios, acá esos cuatro! y chocaron sus manos al modo que habían visto hacer a los muchachos grandes. Muy buenas noches tía, dijo la niña, que sueñes con los ángeles, le respondió doña Matilde. Ya envuelta en sus sábanas rosadas, entre almohadas de pluma y edredones, la niña Dora cayó en profundo sueño, y olvidó sus temores.
QUIQUIRIQUÍ! Cantó el gallo en la cerca, y todos los vecinos contestaron, QUIQUIRIQUÍ, llegó el nuevo día! QUIQUIRIQUÍ palomas y gallinas, QUIQUIRIQUÍ ¡saludemos al sol ¡
Hermoso sol que penetra a raudales en mi habitación, ese divino sol que limpia el aire, y aleja de la mente los temores. Ya Dora está despierta y sonríe, se siente feliz. Se baja de la cama apresurada, se pone pantuflas y bata, se dirige al baño a lavarse los dientes y a bañarse, quiere que el día le rinda para mil cosas que planean hacer. Anoche Alfonso le platicó sobre “El hechicero del río”, que, según él, vive entre las rocas en una choza, y sabe muchísimo de brujería, eso a ella le da miedo, aunque no quiera aceptarlo, además la brujería es mala y tendría que ir a confesarse con el sacerdote si aceptara una cosa así. Le diré a Alfonso que a mi no me interesa conocer a ese brujo, además, ni siquiera creo en eso.
¡Es que a mi primo Alfonso los libros de Harry Potter le tienen hipnotizado, y cree que él podría ser igual a Harry, en su versión costarricense, qué tontería!
Una vez lista y peinadita, se dirige al comedor, ya todos están sentados esperando por el desayuno. ¡Buenos días dormilona! Le dice su primo en alta voz ¡ Buenos días mentiroso! sé que te acabas de sentar, te escuché cuando salías del baño. De repente un estruendo: Mustafá el gato de angora que dormitaba en el sillón, se lanzó sobre la alfombra y botó al suelo un gran florero de cristal, ¡Carambas revoltoso! dice enojada tía Matilde ¿Qué demonios le sucede al gato? Es que vio un ratón cerca de la cornisa, no lo regañe mamá, es su instinto de cazador, dice Alfonso saliendo en su defensa. ¿Y cuales son los planes parahoy? Pregunta la tía Matilde, olvidando el disgusto. Y llamando a la criada le indicó: Dorotea, traiga por favor una escoba y el trapo para limpiar el piso, el gato botó el florero con las flores, y llenó de agua toda la alfombra. Por gran suerte no se rompió el florero ¡Qué gato tan travieso!
Tenemos varios planes mamá, dijo Alfonso, iremos primero a mirar el ordeño de las vacas, y después al río, a pescar. Me parece muy bien, dijo la mamá, así tu prima aprovechará mejor los días de vacación. No se queden hasta muy tarde, recuerden que hoy será el tope en honor del Santo Patrón. Desde luego vendremos a tiempo, yo voy a participar y llevaré a Dora a la polca. Ya lo tenemos decidido.
En la caballeriza había un fuerte movimiento, los peones se afanan en lavar corredores y estancias, los caballos por su parte eran frotados con cepillo y sus crines trenzadas con cintas de colores, les estaban preparando para lucirse en el evento de la tarde. Los mantillones estaban dispuestos sobre las estacas, las monturas más finas de cuero lindamente enceradas, la silla de montar incrustada en concha nácar sacudido y el mantón español que usaría Dora descansaba sobre la tranquera.
Saliendo de la casa, los muchachos se dirigen caminando hacia la lechería, situada a una corta distancia, como a ochocientos metros de la casa. El camino es de piedra suelta, bordeado de macizos de hortensias, tan azules como el cielo. Muchos árboles forman un pasaje a lo largo de aquel camino, árboles muy altos y hermosos, pobladas sus ramas de avecillas de colores, que trinan y revolotean cerca. Por entre esas ramas entra el sol a raudales, iluminando el camino. Llegaron muy pronto. En la lechería, los peones también lavan las baldosas del suelo con manguera y cepillos, las vacas colocadas en fila, una después de la otra, las están ordeñando en forma industrial, unos aparatos eléctricos se encargan de hacerlo, bajo la vigilancia de un empleado. La leche, de forma higiénica, sale de las máquinas en un tubo de metal, para alojarse en un enorme recipiente adonde recibirá el proceso de pasteurización. Los chiquillos son atendidos por el principal encargado, quien les ofrece muy gentilmente una taza de leche tibia, recién ordeñada. Los muchachos rehúsan muy gentilmente también, diciendo que acaban de tomar un desayuno abundante.
Al pasar junto a un balde con leche fresca, Dora se resbaló y cayéndose se trajo al suelo a Alfonso, que pretendió ayudarla. Pasado el susto se rieron muchísimo, uno de los empleados trajo una toalla limpia para la niña. Ambos tenían empapados las medias y los zapatos, sus piernas bañadas en leche igual que los ruedos de los pantalones. Se lavaron con agua y jabón, los dos apestaban a queso, muchísimo peor cuando salieron del edificio y quedaron bajo el sol. Se marcharon despacio y caminaron hacia el río. Alfonso llevaba sus aperos de pesca en un bolso que colgaba de su hombro, y Elisa, había traído desde la casa un salveque con anzuelos y el abrigo por si más tarde refrescaba. Los dos iban contentos, cantando una canción y marchaban del brazo hacia su próxima aventura. Las moscas y las abejas les rodeaban y les perseguían, por el olor infernal que despedían. ¡Qué cochinada! dijo Elisa, debería devolverme a la casa y bañarme de nuevo! no seas necia, le respondió su primo, ahoritita se nos quita, cuando estemos más cerca del río y nos sentemos bajo una sombra. Al fin avistaron el río, que como una cinta azul, atraviesa la pradera, adonde las florecitas silvestres adornan el césped verde claro con puntitos de todos los colores. El río es caudaloso y en sus riberas hay playones con rocas, que en algunos sitios, se prestan para sentarse a pescar bajo la sombra de grandes y árboles.
Sobre el angosto sendero por el que bajaban los muchachos, saltaron dos traviesas ranas, COARC-CROAC-CROAC-, croaban sin parar. Dora pretendió tomar por la pata a una de ellas, y la rana entonces saltó lejos, un salto olímpico de casi un par de metros. Los muchachos rieron a grandes carcajadas.
¿Qué sombra es esa que se cierne sobre el césped? Preguntó Dora un poquito asustada.
Una cortina roja se tendió sobre el lugar, como si un manto oscuro bajara sobre el campo, de repente cayó esa sombra roja cubriéndolo todo, el cielo azul, el río bullicioso y el césped verde con sus flores bellas, quedaron sumidos en una siniestra y torva oscuridad. A manera de un ave poderosa, como un águila enorme negra, negra, salió la fantasmagórica figura, un hombre viejo con una enorme capa, semejaba un vampiro, colmillos amarillos saliendo de su boca torcida, cabello largo y sucio, y ojos como de loco, rodeada de un rojo resplandor como de incendio.
¿Qué cosa es eso? ¡Qué viejo más feo! Dijo la niña muriéndose del susto. Tranquila prima, dijo Alfonso, es el genio del bosque, un hechicero que tiene un gran poder, yo mismo lo he llamado, tú no temas… Cómo que yo no tema, dijo la niña en medio de un sollozo, cómo que yo no tema, ese hombre loco me causa horror… ¿Cómo te atreves a asustarme tanto y a poner en peligro nuestras vidas? Porque yo no dudo que pueda hacernos algún mal.
Entretanto la fatídica figura se acercó más a ellos, y ante la sorpresa de Dora, la figura fantasmagórica se hizo pequeña, y postrándose de rodillas frente al muchacho, le dijo: “¡ORDENA AMO, ESTOY PARA SERVIROS!…QUE COSA PUEDO HACER PARA AGRADAROS?” “Consígueme una barca con velas desplegadas, unas mágicas cañas de pescar que pesquen solas, una merienda digna de los reyes, un canasto de oro para poner la pesca, música suave para la travesía, y alas para volar.” Dora no podía creer lo que estaba escuchando, de pronto se aclaró el ambiente, volvió el sol a brillar. En el margen del río lucía preciosa, detenida, una barca pequeña, con grandes velas que danzaban al viento. Alfonso tomó a su prima de la mano y ambos bajaron a la orilla del río. Un pequeño atracadero de madera clara se extendía frente a ellos. Pasaron hasta la barca, subieron a ella, y un viento suave les fue conduciendo a lo largo del cauce de aquel río, calmo y celeste como un manantial. Sacaron las mágicas cañas, y lanzando al río sus anzuelos, comenzaron a recoger la pesca numerosa de tal forma que casi no cabían más pececillos en la canasta. Después tomaron la merienda espléndida que el mago consiguió, mecidos por una música celeste que, brotaba del río: YAZUMBAMBÉ, JEZABEL, YAZUMBAMBÉ, TUCUTÚ, SÓRDIDO, TÚMULO, BÁSTICO, RO….
Entre la espesura de la orilla, los elfos y los gnomos cantaban la canción, mientras los jóvenes mecidos por el viento avanzaban lentamente hasta otro atracadero. Se bajaron allá, porque era tarde, y la madre esperaba en casa. Ponte tu abrigo prima, porque es tarde, y vamos a casa, vamos a volar. Elisa sintió como un cosquilleo cerca de sus omoplatos, dos alas crecían en su espalda.
Tomados de la mano Alfonso y Dora volaron sobre los pastos hasta llegar al jardín de las hortensias, allí bajaron para tocar el suelo, las alas nuevas desaparecieron, y caminando llegaron a la casa.
¿Por cual razón tenés tanto poder con estos seres? Preguntó Dora a Alfonso, y, por primera vez, éste la tomó en serio, y le respondió: “Verás primita, cuando llegué pequeño a vivir a este lugar, yo era un niño muy travieso y cruel, me complacía en maltratar a los animalitos, arrasaba las plantas con palos y piedras, ensuciaba las aguas, hacía mucho daño.” En una ocasión me vi en una situación difícil, estaba bañándome en el río, todavía no había aprendido a nadar bien, y el río estaba muy crecido, su corriente venía llena de palos y raíces, piedras, barro. De repente escuché un llanto y unos gritos, vi a un niño más pequeño, luchando por salvarse. Entonces olvidé mi problema, solté la rama de la que me estaba sosteniendo, y me lancé en su ayuda, no se cómo logré sacarlo, ni cómo sobrevivimos ambos, pero en aquel momento el hechicero del río nos ayudó a los dos, me hizo recapacitar, reconocer todas mis maldades, y me prometió ser mi amigo si yo cambiaba y ayudaba a los otros.
A todos: a los animalitos, a las plantas, a todo ser viviente, que somos hijos de un mismo Dios. Allí me propuse cambiar, y así se lo prometí. Dado que yo era aquí el único niño y no tenía con quien jugar, el hechicero me presentó a las hadas y a los gnomos del bosque, y nos hicimos todos muy amigos. Pero esto es un secreto, te lo he contado porque somos primos, pero no puedo hablar de estas cosas con nadie más.
Tengo que utilizar lo que ellos me conceden, solamente para hacer el bien. Al saber de tu llegada yo les pedí que me ayudaran a atenderte, para que pasaras unos días diferentes, y es gracias a ellos que has tenido estas experiencias y aventuras tan extraordinarias, espero que no nos olvides cuando estés en tu hogar.
Jamás podré olvidar tantas experiencias maravillosas, esta es la mejor vacación que pasé en mi vida, y eres el mejor de los primos, te quiero mucho. Dijo Dora mientras lo abrazaba. Aquella noche la niña la pasó recordando todas las aventuras vividas en unos pocos días, aventuras que jamás habría podido vivir si no fuese en esa casa y en la compañía de su primo Alfonso. Al despertar fue a desayunar y a despedirse. Hoy vienen tus papás a recogerte, le dijo tía Matilde, nos harás mucha falta ¿Has pasado contenta? ¡Felicísima tía, ni se imagina cuanto!
Cuento para niños, autora “Heliconia”

Una obrita poética para niños. Escribe Heliconia.
EL NIÑO Y EL RUISEÑOR
NARRADOR:
En una hacienda distante, muy lejos de la ciudad
Vivía un niño muy travieso, con su papá y su mamá
José se llamaba el niño, y apenas tenía seis años
Pero era muy buen jinete, cuando montaba a caballo.
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Esta es la sencilla historia, de ese muchacho valiente
Que no atendió a las razones, que le diera mucha gente.
Y que por desobediente, arriesgado y mentiroso
Casi tiene un accidente con el lagarto del pozo.
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Trepaba muy bien los árboles, agarrándose a las ramas,
Y cuando no le miraban, también saltaba en las camas.
Aunque le habían advertido, que no se alejara mucho
El chiquillo se escapaba y les preocupaba mucho.
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Para inventar mentiras se había hecho muy ducho.
Por eso mamá y papá no le dan ningún permiso
Puede salir solamente cuando le acompaña Quincho,
Que es su amigo y compañero, y es un chico muy sumiso.
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Porque sus padres trabajan muy duro todos los días
Y no pueden estar cerca para evitar sus salidas
De modo que el capataz, que es padre del niño Quincho
Les prometió que estaría pendiente de los dos niños.
JOSECITO-----------------------
Soy Josecito el astuto, niño que vive en el campo
Adoro a los animales y apenas tengo seis años.
Soy valiente y decidido. A casi nada le temo
Yo no destruyo los nidos, porque soy un niño bueno.
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Soy amigo de las ranas, de los zorros, y los perros
Y de los grandes felinos que rugen en el invierno.
Yo conozco como un viejo, casi todos los caminos.
No cazo a las mariposas, yo solamente las miro.
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Aquí en la hacienda vivimos, papá, mamá,
Y los abuelos, dos perros, quince gallinas,
Cuatro caballitos negros, una mulita gris perla
Cinco vacas, tres terneros, dos peones, y yo con ellos.
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Si voy a la lechería, yo me encargo de las vacas
Las baño con la manguera y lavo también las bancas
Y si me dejan me trepo en aquella gran baranda
Para ver cómo es que ordeña la máquina de mi tata.
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Cuando hay cosecha de frutas, de limones o naranjas
Yo me subo por las ramas, incluso hasta las más altas
Y bajo un montón de ellas, y las pongo en la canasta
Para que venga mamita y prepare mermelada.
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También me llevan a veces al río de madrugada
Y puedo pescar allí, porque me alistan carnada
Para que piquen los peces, que viven en la quebrada
Y los langostinos grises que se asoman por la entrada.
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En las tardes muy ventosas, voy con Quincho a la colina
A elevar los papalotes que me regala madrina
Ella los hace con cola, de papeles de colores,
En formas de mariposas, de globitos o de flores.
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También voy a la colina, con una tabla encebada
Y sentándome con Quincho la bajamos resbalada
Papá nos espera abajo, para que no me golpee,
Es que mi papi es muy bueno, y no me deja caer.
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Vivo en una hacienda hermosa, cuyo clima es refrescante
En las noches hace frío, pero en el día hay sol brillante
Detrás de verdes potreros donde las vaquitas pacen.
Hay árboles florecidos y montes de tonos graves.
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En la Sierra Carpintera que está rodeando este valle.
Esa sierra de colores que pertenece a Tres Ríos
En Provincia de Cartago, donde hace un poco de frío
Y que fue la capital, cuando yo no había nacido.
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Voy a casa de mi amigo, el hijo del capataz
Para decirle que venga con su caña de pescar.
Que me acompañe hasta el río, no me dejaron ir solo
Quiero pescar olominas y cangrejos en el pozo.
QUINCHO----------------------------------------------
Lo siento mucho José, pero voy para la escuela
No puedo irme a pescar, y faltar a clases hoy
Si quieres espera un poco, por la tarde te acompaño
Pero no te vayas solo, puede pasarte algo malo.
JOSECITO-------------------------------------------------
Pues qué le vamos a hacer, seguiré jugando solo
Qué mariposa tan linda, con sus alitas de oro
Persiguiéndola hasta el bosque, hallé un palo de jocotes
Reventando de maduros, unos verdes y otros rojos.
NARRADOR----------------------------------------
José tomó una gran rama, que descansaba a la orilla
No se fijó que al golpear pegó contra un gran panal
Y las avispas furiosas se le tiraron encima,
Le picaron sin piedad del pie hasta la coronilla.
----------------------
En una rama más alta, descansaba un lindo nido
Que al molestar al panal, dando golpes, aquel niño
El nido se fue torciendo, y se cayó un pajarito
Y la madre que volaba, lanzó un terrible graznido.
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Josecito se lanzó a salvar al pajarito,
Y tomándolo en sus manos le devolvió hasta su nido
El niño sintió terror, al escuchar los gemidos
De la pájara furiosa que seguía con sus graznidos.
LA PÁJARA------------------------------------------
Pipiripiau niño malo, Pipiripiau pervertido
Qué le has hecho a mi niñito, por qué golpeaste el nido?
¡No puede una pobre madre ir a buscar la comida,
Ni dejar a un niño solo sin que le amarguen la vida!
JOSECITO------------------------------------------------
Perdóname mamá pájara, No tuve mala intención
Yo solo soy un niñito que tiene buen corazón.
Quería tomar unas frutas y el jocote me tentó.
Solo deseaba comerlos, cuando tu hijo se cayó.
PAJARITO--------------------------------------------
No te enojes mamacita, este es un niño bueno
Cuando el nido se torció, y yo terminé cayendo
Este mismo niño vino, empeñado en levantarme
Y con un gran cuidado, él se propuso salvarme.
MAMÁ PÁJARA----------------------------------
Entonces todo olvidado, es borrón y cuenta nueva
Ten cuidado en adelante cuando la prisa te ciega,
Puedes causar mucho daño sin medir las consecuencias.
Y no siempre saldrás bien de situaciones violentas.


JOSECITO-----------------------------------
Muchas gracias pajarito, qué gran susto nos pegamos
Bendito Dios que caíste encima de suaves pastos
Seguiré por el sendero cortando tréboles rojos,
Y buscando gusanitos, abejones y gorgojos.
LA RANA-----------------------------------
Buenas, mi amigo José, qué dichosos estos ojos
Hace ya largas semanas que no le vemos a usted
Qué andas haciendo tan sólo, tan lejos de tu casita
Donde está tu amigo Quincho, ya no te hace compañía?
JOSECITO-------------------------------------------
Doña rana usted no sabe, el susto que me pegué
Por apearme unos jocotes, un pajarito boté.
Allá viene lagartija, corriendo para saber,
Qué estaremos comentando, doña rana, yo y usted.
LA LAGARTIJA (con acento mexicano)-----------------------
Híjole, mi Josecito, tanto tiempo de no verte
Te encuentro más repuestillo, espero que andes con suerte
Y por qué venís solito, no vino Quincho con voz?
Para treparse a los palos, nadie como ustedes dos!
JOSECITO----------------------------------------
Quincho ahora está en la escuela, no pudo venir conmigo
Pero yo estaba aburrido, y caminé distraído
Me acerqué sin darme cuenta, de que el río estaba cerca
Y no pude detenerme hasta que llegué a sus puertas.
LA LAGARTIJA-------------------------------
No te acerques mucho al río, puede ser muy peligroso
Hay un lagarto muy malo que está escondido en el pozo.
Ese río es muy traicionero, y sus aguas muy revueltas
Mejor piensa en otra cosa mientras tu amiguito llega.
JOSECITO----------------------------------------
No, si no me pasa nada, voy a acercarme un poquito
Voy a pescar unos gupies, con este lindo tarrito.
Esos gupies son muy carga, a veces son renacuajos
Me los llevo en el tarrito y los echo en el establo.
NARRADOR--------------------------------------------
Acercándose a las piedras, para agacharse hacia el río
Perdió el niño el equilibrio y rodó por un desvío
Cayendo cerca del pozo, con el lagarto dormido.
Mojado y sucio de barro, también temblando de frío.
----------------------------------------
Sonó un rugido estridente, cayeron piedras al río,
Y asomándose en la gruta, salió el lagarto temido.
Se lanzó detrás del niño que se hundía dentro del barro
Y agarrándole del pelo, al hoyo le fue acercando.

JOSECITO
Auxilio, auxilio, familia, estoy sólo y asustado
Amigo Quincho, por Dios, ven que estoy muy apurado
Yo sé que tengo la culpa, porque no tuve cuidado
Este lagarto es muy malo, y seguro está enojado.
EL LAGARTO
Quién es este mozalbete que ha venido a despertarme
Yo soy el rey de este río, nadie puede molestarme
Le tomaré por el pelo y lo jalo hasta mí boca
Esta carnita tan fresca es la que a mí me provoca.
EL RIO
Pobrecito ese chiquillo, yo lo conozco muy bien
Es hijo de don Emilio y de doña Ana Isabel
Lástima que yo no pueda ayudarlo en este trance
El lagarto está furioso y temo que me rebalse.
LAS PIEDRAS
Este chiquito es tremendo, pero lo queremos mucho
Porque desde que nació ha venido aquí a jugar
Aquí pasaba las horas cuando aprendía a pescar
Y venía con un canasto a la par de su papá.
NARRADOR
En eso se oyó en el cielo el ruido de muchas alas,
El canto de un ruiseñor interrumpió la mañana
Desde lo alto, en formación, bajó un regimiento de aves
Colibríes, come maíces, viuditas, canarios finos.
----------------------------------------
Un colibrí, dos palomas, un ave del paraíso,
Palomas, una lechuza, de piuses una legión
Se lanzaron a los ojos del miserable lagarto
Que sumiéndose en el pozo, desapareció en el acto.
JOSECITO
Mamá, papito, me ahogo, yo no se nadar aquí
El lagarto ya se ha ido, pero me voy a morir…
Sé que fui desobediente y que no merezco nada
Pero tengo mucho miedo y el agua está muy helada
MARIPOSAS_
Mariposa #1---------------------------
Venimos a rescatarte, porque fuiste un buen amigo
Todas volamos unidas para venir a salvarte,
Nunca quisiste matarnos cuando caímos en tu red
Ahora haremos una soga para sacarte con bien.
Mariposa #2------------------------------------
Unimos ala con ala, y todas entrelazadas
Te rodearemos el tronco, por debajo de los brazos
Para levantarte en peso y colocarte en el pasto.
A salvo de que te ahogues, en estas aguas heladas.
JOSECITO
Gracias, gracias pajaritos, y amiguitas mariposas
Por salvarme de este trance en que me he visto metido
Aunque cometí el error de venirme sólo al río,
Prometo que en adelante voy a ser más precavido.
NARRADOR
Y que aprendan otros niños, en el campo o la ciudad
Que un niño no va solito sin permiso de papá
Porque hay grandes peligros para los niños pequeños
Que no obedecen al punto las órdenes de sus viejos.

Direcciones-
CONCURSO LEER ES VIVIR- Prosa, Poesía o Teatro. de 10 a 50 páginas-
PARA NIÑOS ENTRE 6 Y 11 AÑOS
EDITORIAL EVEREST-COPIA MANUEL tovarc/comunicaciones@everest.es
www.leeresvivir.comPDS
8-28034 Madrid, España, tel. 913581494
Nombre_ María Teresa Salazar Castro
FIRMA COMO HELICONIA-
Dirección _San José Costa Rica
Correo E. _ copysalazar@yhoo.com
Nacionalidad _ costarricense