sábado, 24 de septiembre de 2011

Mal País

VISITANDO MALPAÍS

Apenitas nos vamos acercando a Malpaís, un pueblito de tantos, que surge a lo largo de la costa guanacasteca, escondido entre rocas con vista hacia el mar.
La primera vez que vine, lo hice a bordo de un velero maravilloso, que cruzando el Golfo de Nicoya, salió de la Marina de Los Sueños, comandado por su propietario, don Luis Lieberman, entonces jefe de mi hijo, quien nos invitó.
Aquel fue un delicioso deslizarse sobre un mar magistral, con el sol de verano esplendoroso, que nos llevó casi como una Alfombra Mágica sobre ese mar turquesa, hasta una encantadora playa blanca, en cuestión de minutos.
Allá quedé admirando el mar y la playa, entre rocosas formaciones, acompañada de mi encantadora amiga Flora Robert, mientras el resto de invitados iba a admirar una catarata cercana, a lo que el Sr. Lieberman pensó, no sería aconsejable que fuera “la viejita”, le pareció riesgoso.
Hoy vinimos por tierra, por las callejas polvorientas de este maravilloso Guanacaste, observando de paso sus grandes pampas, sus árboles hermosos, muchísimo ganado en las praderas, ríos y riachuelos que se pasan “por dentro”, y el oro del sol derramándose sobre todo lo creado, como en un mágico cuadro impresionista, donde el pintor derrama adrede la pintura, chorreándola desde lo alto sobre la tela limpia.
Un enorme grupo de extranjeros escogió este paraje para ser su guarida y refugio, igual que escoge el águila un risco muy alto para poder volar.
El viento a veces levanta torbellinos de arena, que caen sobre de la calzada, como copos de polvo que se van deshaciendo sobre de un rico pastel, llueve poco y el agua escasea, pero el cielo es azul como ninguno. Como sobre un espejo cristalino se refleja ese cielo celeste sobre el manto del mar, y las gaviotas sobrevuelan la playa haciendo malabares, en el encaje blanco que acarrean las olas al subir la marea, dejando dibujado, esparcido en la playa, ese encaje magnífico de conchas y coral.
Igual que asoma un niño sobre el brocal de un pozo, buscando con asombro lo que allí pueda hallar, se asoman los cangrejos saliendo de sus hoyos, y en la arena caliente caminan hacia atrás, pareciéndose en mucho a los seres humanos, que no saben a veces, ni hacia donde es que van.
Mal País, paraíso poblado de palmeras, de almendros, de maleza, a orilla de la mar, con sus cálidos aires, el ruido de sus aguas, el canto de las aves que cruzan la montaña, y los hombres humildes que viven de pescar.
Es población variada, de gentes extranjeras y de los campesinos que nacieron acá, y hay un renacimiento que propicia el turismo, negocios que son ramas de una misma labor, excursiones, carreras, mountain byke, surf, Cayacks, caminatas de playa, y mucho sol y mar. Los restaurantes surgen por todos los senderos, comida deliciosa, internacional, hay bares y cantinas, bailongos y salones, para el que esté dispuesto a ir a disfrutar.
Mal País, la cadencia de tu nombre curioso hace que mucha gente te quiera conocer, es nombre sugerente, original, distinto, como son diferentes e interesantes todas, las diversas regiones de tu sin par Provincia, que para Costa Rica ha sido bendición. Península diversa la de mi Guanacaste, rica en gentes, paisajes, talentos especiales, riqueza forestal, que fueron de la patria por propia decisión, y se hicieron hermanos, los hijos predilectos de nuestra gran nación.

No hay comentarios: