martes, 20 de septiembre de 2011

Volcán turrialba

UNA EXCURSIÓN AL LODGE DEL VOLCÁN TURRIALBA
Fue una inolvidable gira hacia el pasado. Más que una excursión a “conocer una finca y un volcán”, el paseo de ayer fue, para mí, un regreso a la niñez, a los perfumes inolvidables de la infancia, perfumes de la tierra, la boñiga, el cafetal o la milpa, la musical conjunción de las nubes en un cielo limpísimo y celeste, el aire tachonado de esa esencia de la vida.
Rodamos, en excelente compañía, y sin ninguna prisa, por los olvidados caminitos internos de nuestras viejas fincas, entre una maravillosa y exuberante naturaleza, pasamos por riachuelos y lodazales, piedras finas y enormes rocas que nos devuelven a la época paleolítica del mundo. Ingresando por Pacayas, de gratísimo recuerdo los paseos juveniles a esa finca en las cercanías de Cartago, fuimos subiendo y subiendo, por el camino que se dirige hacia el volcán Turrialba.
Al comienzo, la vegetación maravillosa de esta tierra nuestra, se derrama a ambos lados del camino, con enredaderas de florecillas rosas o amarillas, entre calas y margaritas, y multitud de macizos de hortensias, de diversos tonos. Sobre espaldones de tierra, y a lo largo de un serpenteante camino bordeado de precipicios, subimos hacia aquella cima, admirando la belleza del paisaje siempre nuevo y distinto.
Ya entrando en la zona de Turrialba, la vista cambia para bañarnos en la majestuosidad de la vegetación de la zona Atlántica, plantas de palma, epífitas fabulosas pendiendo de las ramas de añosos árboles prehistóricos, helechos arborescentes de sin igual verdor, cascadas inesperadas que surgen entre rocas del paredón eterno y continuado, con reflejos y jaspes de mármol y de jade, con sonido de tribus iniciales, de jilgueros y pumas, de manigordos escondidos y serpientes rastreras.
El aire, tan puro como había olvidado que pudiese ser, capas alternativas de bruma y refulgente sol, se van intercalando a lo largo de esta grata subida a las alturas. Y a cada vuelta del camino agreste y familiar, la estampa majestuosa del inmenso volcán Turrialba, de una belleza imponente, desde cuyo cañón vemos surgir las columnas de gases de su erupción constante, y notamos, también, sobre su multicolor falda de parches, la sombre de las nubes que le circundan sobre su cúpula de piedra y lava.
No está de más el recordar, que en este suelo amado que nos viera nacer, de una superficie tan pequeña, tenemos nada menos que trescientos setenta y un volcanes, descubiertos hasta el día de hoy, somos entonces, hijos de la lava y el fuego del corazón del mundo.
Arribamos a la explanada extensa, en donde lucen maravillosos árboles altísimos, testigos de muchos siglos, grandes rocas, y senderos de hortensias tupidas y cuidadas, que separan las acogedoras casitas de hospedaje, y al centro, la cálida y familiar estancia, sala de recibo y el comedor para huéspedes. Hay senderos que conducen a la caballeriza, la lechería, y un rebaño de mil quinientas ovejas que pastan a lo largo de las extensas parcelas de pasto.

Ha sido un grato e inesperado descubrimiento para las visitantes que respondiendo a la invitación amable de nuestra compañera Lilia Castro de Lachner, nos unimos para ir a conocer este sitio magnífico y hermoso, patrimonio de los costarricenses, para todas un orgullo y un placer.
A más de la amabilidad y gentileza de su dueño y administrador, de los empleados que nos atendieron con presteza y cariño, y de la hermosura y grandeza del lugar, el mirar aquel rebaño de ovejitas, diseminado y atendido en esa hacienda, casi cual si fuera un alojamiento para pequeños niños, nos llenó de ternura. Quiera Dios que esta empresa continúe desarrollándose, y ojalá, la afluencia, cada vez mayor de turistas nacionales y criollos, le haga crecer y florecer como sus dueños desean y merecen. Para Lilia y sus hijos, hombres emprendedores que hace grande a la patria, y honran así el nombre de un abuelo pionero en estas lides, nuestra admiración y reconocimiento, María Teresa Salazar Castro
Asistente al paseo, con las compañeras de Taller Literario:
Luz Eugenia Ramírez de Vargas
Lilia Castro de Lachner
Sofía Baltodano
Xenia Gordienko
Deyanira Elizondo
Sonia Morales Solarte
Jeannette Bernard Villar, el viernes 23 de abril de 2010-

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