lunes, 20 de enero de 2014

EN ESTOS DÍAS

Días de angustia y temor, de inseguridad respecto a lo que se piensa y lo que se planea hacer, nadie está muy seguro de la forma en que se irán a desarrollar los acontecimientos, ni cuál sería el mejor camino a tomar, es imperativo  librar a la patria de un futuro que se muestra  aterrador, similar al presente que viven varios países del área.
Países amigos cuyos habitantes, cansados de piñatas gubernamentales, malos gobiernos, corruptos y sin conciencia, decidieron aceptar como ciertas, las promesas engañosas de políticos “nuevos”, lobos con piel de oveja, cuyos planes de cambio y de renovación, siguiendo viejas teorías, convencen con su discurso fácil a los más  ignorantes, los más pobres y los más ingenuos, que juntos podrían ser mayoría.
Entretanto los políticos de turno, los protagonistas eternos, envueltos en dimes y diretes, se  acusan mutuamente de sus frecuentes errores y vivezas, sin ofrecer argumentos de peso, planes de gobierno que solucionen situaciones, ni fórmulas que ayuden a saltar estos baches cada día más profundos que llevan a la patria hacia el despeñadero, no solamente económico, sobre todo moral y ético.
Pobrecita la Costa Rica del Pura Vida y carcajada fácil, que brota chusca a cada paso entre la hojarasca de la propaganda, más ignorante, más pobre, menos desarrollada, y menos bella, atrasada, rezagada, engañada y vendida por sus hijos, que por indiferencia y comodidad, nada hicimos por detener a tiempo a los secuaces.
¿Continuaremos esperando eternamente a que se “aclaren  los nublados del día”?  ¿Saldrá de la nada el  héroe  que necesitamos? ¿Vamos a seguir votando por inercia, sin meditar el voto? ¿Quién será el señor, el candidato honorable, recto, trabajador y responsable que elegiremos?
Solo Dios puede hacer el milagro de salvarnos, oremos porque en Su infinita bondad, ese Padre bueno escuche el clamor de las abuelas que no querríamos heredar este caos económico y moral, de la que fue alguna vez “Patria Bendita y Orgullosa”, a nuestros nietos y bisnietos, unos pequeños y otros por nacer.
Una abuela decepcionada, ciudadana de la tercera edad.
María Teresa Salazar Castro
Cedula 102070746


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