sábado, 16 de mayo de 2015

CACHIRULO

CACHIRULO
Fue,  sin duda alguna,  el más pequeño, debilucho y tímido de los chicos de la huelga. En el vecindario todos muestran impaciencia, es  demasiado inquieto, pero hay un asomo de piedad en la mirada de sus vecinos de toda la vida.  ¡¡Pobre chico sin padre!!
Siempre cubierto por la mugre, despeinado, con las rodillas rotas y la carita sucia, mosca impertinente que salta entre la basura y el polvo, pateando latas vacías, destrozando los zapatos viejos que su madre manda  arreglar en forma constante, apenas un remedo de botín.
Doña Jacinta mujer buena, e  ignorante, atropellada muchas veces por la vida,  habita en el precario gracias a la generosidad de sus vecinos, que la toleran, aunque  no pueda aportar nada material  al mantenimiento del lugar. Aceptan sin embargo que sea ella quien desempeñe las más duras tareas para el bienestar de todos: barre la calle y las aceras, limpia los caños, recoge la basura de todos para reciclar, cocina enormes ollones de comida cuando hay feria, arregla la iglesia los domingos, cuando viene  el padre Zamora, y los martes da a los niños  clases de Catecismo.
Cachirulo asiste a la escuela del lugar, lento para aprender,  su pasión es la bola. Cuando consigue hacerse de un balón desinflado y sucio, lo guarda como un tesoro, le pone parches de hule para poderlo inflar, hasta hubo veces en que, a falta de algo mejor,  formó un balón a base de chuicas viejos, y con él jugó  por horas en el patio de atrás de la vecina.
Alguna vez llegó a romper un vidrio de la iglesia, intentando rematar un gol que con enorme escándalo vocearon los güilas de la cuadra, antes de salir en estampida, cuando vino  el sacristán a ver qué había pasado.
Los muchachos mayores no aceptan  a Cachirulo como coach, pero  insiste tanto ese necio chiquillo, que le enseñan a ser portero, expuesto siempre a las frecuentes  golpizas brindadas por los delanteros del equipo contrario.
Pasan  los años rápidos o lentos, según va la vida. Cachirulo creció mental y físicamente,  sigue siendo parte del equipo del barrio, sin abandonar sus estudios, atiende a los reclamos de la madre y consigue trabajo,   jamás abandona su pasión por la bola,  cultiva su sueño, sin  ceder ante las dificultades.

Altos  dirigentes se fijan en él, y le incorporan  a un equipo de segunda,  después entra a la liga mayor, demostrando gran dominio sobre el balón. El propietario de un famoso equipo visitante le vio jugar,  fue requerido en el extranjero, viajó, se cultivó, creció, su nombre comenzó a sonar en el medio.  
Su primera reacción ante esa suerte,  fue ayudar a su madre, le compró una casita y le montó un negocio pequeño para que se entretenga, la buena mujer  no sabe descansar.  
Hoy día  “Cachirulo” está tomado de la mano de la fama, el país entero agradecido por su buen desempeño en una justa mundial,  le recibe con brazos y corazón abierto,  como a un héroe.  Todos le alaban y le buscan, ya no es más aquel niño  “cachirulo” disminuido, hoy es ¡Todo un señor! Orgullo de su barrio y de su tierra.

 Copi

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