sábado, 16 de mayo de 2015

UN CUENTO PARA PALOMA

UN CUENTO PARA PALOMA

Despertó de repente, sorprendida,  arrullada por el susurro del viento y entibiada por los rayos del  sol, Paloma, miró alrededor, y no pudo reconocer aquel lugar paradisíaco que la rodeaba.
Sobre el nido tibio colocado en la rama más alta del abedul de hojas lanceoladas,  azules como el mar,  las nubes transitaban  en   el cielo invernal,  como enormes dibujos  trazados con una tiza blanca sobre la celeste cúpula del paraíso.
Enderezó su figura delicada y flexible como las ramas del árbol que la cubría  y miró a lo lejos, solazando  su vista en las maravillosas cimas de montañas nevadas que, rodeadas de una bruma rosa, vaciaban tenues tonos sobre el grisáceo fondo, con destellos de  magenta y de carmín.
Una lenta sinfonía de místico fulgor alegraba con tonos poderosos el ambiente pastoral  del entorno, trinos de aves canoras, silbidos del viento, triscar del agua sobre piedras blancas, campánulas doradas bajo el zumbido tenue de la abeja, arrastrarse de hojas sobre el césped mojado, el croar de las ranas y el sollozo del lejano  acantilado.  Sus ojos deslumbrados parpadearon ansiosos, ávidos  de color.  Derramados  sobre los hombros rosa carmesí, los cabellos dorados como el sol,  volaron con el viento,  derramando un aroma de candor y dulzura, mientras la niña  estiraba su perfecta figura de sirena, abría  sus brazos como un saludo a la naturaleza, desperezando  su postura  de reposo, y surgió de aquel nido como una aparición.
Todo el bosque calló, con un silencio de admiración y gozo, ante la vista de aquella real  visión.
Perfecta y dulce como la mañana, delicada y gentil como una mariposa, Paloma buscó entonces un sitio más perfecto que aquel que había encontrado sin buscarlo, un sitio con amor y con dulzura, un refugio de paz y de contento, y viajando fugaz sobre las nubes encontró el sitio ideal, el más perfecto, el que le daría  vida, formación, calor, abrigo, y seguridad,  y se ocultó despacio y sin barullo, en el más tibio nido de la tierra, la pancita redonda de mamá.
Yaya-



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