sábado, 16 de mayo de 2015

MAMA TORTUGA Y SU VIAJE

MAMÁ TORTUGA Y SU VIAJE

Atravesaba  el océano nadando días y noches, afrontando   la tormenta, y la lluvia torrencial, a su paso iba dejando tras de sí una larga estela, y observaba satisfecha cada salida del sol, que le anunciaba que estaba ya muy  cerca de su meta, tenía  que nadar seguido para conseguir llegar, antes que fuera la fecha en que debía empollar.
Después de temblar de frío alguna noche invernal, la tortuga está tendida sobre su concha de hueso,  la que sostiene su peso, sobre  el mar, para flotar. Cuando  el sol calienta  su caparazón helada, su pancita y sus aletas, se siente reconfortada para así seguir nadando hacia el final de la ruta.
 Su caparazón tan duro la defiende de las aguas,  y el sol le presta reflejos de colores: verde y gualda, y al sentir el calorcito y descansadas sus alas, recobrada  la esperanza continúa con valor, en su ruta, hacia la playa.   Ostional, dichoso sitio, es  esa playa bendita,  donde ella tuvo  su hogar, playa en que nació su madre,  en la que ella nació, y allí  nacerán sus hijitos, si así lo permite  Dios.
Las tortuguitas  pequeñas se la pasaban jugando, eran tantas que formaban entre todas un rebaño, se divertían todas juntas en la panza de mamá, y ninguna se mareaba, eran tortugas de mar.
Unas jugaban quedó, otras jugaban seguido, las otras se columpiaban en aquel mullido nido que mamá les fabricó para que se acostaran, cada una se colocaba su cascarita de huevo, suave y tibia y arrugada,  que le servía de pijama mientras siguieran viajando, se la ponían como abrigo cuando mamá las tiraba dentro del hueco profundo que ella cavaba en la playa, y en cuanto se deshacían de aquel saco tibiecito, tenían que salir corriendo, disparadas  como un tiro,  hacia la orilla del mar, si llegaban ya estarían casi a salvo las pequeñas, mas  si algún depredador las pescaba de camino,  terminaba la existencia de su muy corto destino.
¿Adónde iremos? pregunta una tortuguita a otra, (que se llama Carolina y es muy conversadora).-   ¡Salimos desde hace días y mamá no para nunca! ¿No se cansa de nadar? Lo que a mí me gustaría sería subir a la playa, calentarme entre la arena, pescar unas olominas, y una noche descansar, me tiene aburrida el canto,  tan insistente del mar.-
-No hables tanta tontería, le respondió la hermanita (que se llamaba Sofía): si queremos seguir vivas mamá tiene que nadar, porque hay muchos enemigos que nos quieren hacer daño, aquellos depredadores  que nos buscan en la playa, los humanos  roban huevos que deposita mamá, para comerlos, venderlos, para hacerlos en coctel, también nos persiguen aves, que nos desean comer, los perros y las gaviotas, los buchones y las zorras, todos buscan acabarnos desde antes de nacer. 
Mamá hace este recorrido mientras nosotros crecemos, porque así se lo ha pedido su propia naturaleza, cuando ya vamos creciendo se tiene que devolver y llegar hasta esta playa  a depositar los huevos y que podamos nacer,  nos  deposita en un hueco que cava allí, nos salimos del gran hoyo y corremos hacia el mar, la carrera es por la vida, si alguien nos pesca, se acabó, mamá se juega la vida  y nacemos vos  y yo.
Por las noches había frío, pero brillaba la luna sobre el manto cristalino, reflejando sobre el agua el perfil de algunas islas, de los riscos y montañas que surgían del continente, doña tortuga observaba la ruta que iba cruzando, y aunque a veces se cansaba, continuaba con su empeño,  tenía que seguir nadando. 
Era muy imperativo llegar a tiempo a la playa, a aquella preciosa playa de donde un día salió, cuando era pequeñita, acabada de nacer, para recorrer el mundo, nadar hacia el norte siempre, para cumplir su destino, igual que toda su especie.
Por una razón extraña, que ella no comprendía, su destino era nadar, arriba y abajo el mar, para venir a las playas cálidas con un clima tropical,  y devolverse hasta el polo adonde hace un frío glacial. Pero era de esa manera que naturaleza actúa, no se pueden discutir estas leyes de natura.
 Ahora: desandar camino manda la naturaleza, deberá llegar muy pronto a las playas de Ostional, hacer un nido profundo y ponerse a desovar. Dar vida a las tortuguitas que lleva escondidas dentro, que nazcan todas juntitas en esa playa bendita donde tienen su hábitat, y cuando vayan saliendo las tiene que encaminar, hacia el mar que es su destino, para que puedan nadar, y recorrer el camino que su destino requiere, cuando lleguen al final y sean ya tortugas grandes, deberán de regresar a buscar ese rincón, y que no muera la especie, continúe su evolución.
Cuando venían de camino llegó al mar un gran tornado, mamá tortuga asustada se devolvió hacia la costa y se escondió en unos riscos, para no ser levantada, estuvieron en un pelo de Que el viento las alzara, pero mamá era muy lista y nada les sucedió. Como estaba el mar picado, mamá resolvió quedarse, mientras se calman las olas y el viento cesa su viaje, entonces se divirtieron como nunca lo habían hecho, conocieron a Julieta, una preciosa sirena que se asoleaba en un risco, ella las llevó nadando hacia el fondo del abismo, visitaron el palacio del Dios del Mar, dios Neptuno, que vestido en Seda y oro, y llevando su tridente, les saludó muy decente.
Un palacio extraordinario como no existió ninguno, hecho de conchas de nácar, corales y madre perlas, rodeado de unos jardines de mil colores de anémonas, el camino tapizado con caballitos de mar, y el portón con las estrellas que saludan al pasar.  Las luces de terciopelo alumbran al pasadizo, son las serpientes marinas que en el mar parecen cintas,  los pececitos nadando vinieron a saludarlas, el pez payaso de rayas, de una se fue enamorando. Y el pez globo se hinchó tanto que al final se reventó, el calamar botó tinta y todo se oscureció, cuando pasó la tormenta mamá tortuga llamó, todas entraron de nuevo a la panza de mamá, y esta siguió su camino no perdió un minuto más.
 Esa noche las tortugas no cesaban de cantar, de correr y hacer diabluras, estaban tan excitadas con la visita a palacio, que no se podían dormir a pesar de su cansancio.
 Mamá las llamó muy fuerte: ¡”chiquitas, a descansar, que el mar estuvo furioso y las podría escuchar, no sea cosa de que se enoje y nos impida pasar!” Terminada la tormenta el mar estuvo muy calmo, lo que le sirvió a mamá para continuar flotando, flotar un rato tranquila, sin nadar  fuerte y seguido, así podía descansar, y hacer que su recorrido no fuera tan sofocante, era un viaje que duraba tantos meses sin parar, que la tortuga  cansada a veces querría volar. Pero era su obligación conseguir aquella meta, púes de ella dependía la existencia de su especie, la vida de sus hijitos y el equilibrio del mundo, y de toda la creación.
 Era una meta muy alta que amaba de corazón, la hacía sentir orgullosa cumplir con esa misión. El señor tortugo estaba, entre tanto en una playa, debajo de una palmera  asoleándose la panza y tomando una cerveza, alrededor pululaban las tortugas camareras sonriéndole al pasar, y bailándole una cueca, levantándose las faldas, e invitándole a bailar,   así mismo son las leyes de nuestro planeta azul, el varón se come el dulce y  la mujer se indigesta.  El  viejo pone la gota en el cáliz de mamá,  por el resto de su  vida es ella quien todo hará, la única responsable de salvar su descendencia, de conservarles la vida y entregarles su existencia, hasta el último minuto sin descanso ni clemencia.
 ¡Válgame Dios Ña tortuga, no eres la única en sufrir, esto de sexos distintos, lo debíamos discutir ¡

Copi 2014

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